El niño no ha empezado aún la Educación Infantil. Con sus dos añitos y
pico, cuando ve el rostro de Cristo crucificado, dice muy seguro con su lengua
de trapo, al preguntarle -¿Quién es? -¡Chus! Decírselo con una ternura que le
llegue al pequeño puede ser la clave para algo tan importante para él como
poderle transmitir el patrimonio de nuestras creencias.
Unas palabras al oído, como solía practicar el gran educador Don Bosco
para acercarse más al corazón del muchacho, una palmadita a la espalda dándole
ánimos, tal vez sean de una importancia tal que hagan surgir de dentro de una
persona, más si es joven, un optimismo, una confianza en sí mismo que pueden
salvar su vida.