El mal nos acecha de formas muy diversas. Ya esa canción de lamento, que entonces cantaba un chaval en El Salvador: “¿Para qué sirve ser bueno? Se te ríen en la cara. Que me lleve la corriente...", lleva una carga catastrofista de la insidia con que nos envuelve el mal.
Para algunos, el mal es un escándalo para creer en un Dios
que lo permite. Pero la Palabra de Dios ya nos muestra esta realidad desde las
primeras páginas: “El hombre y la mujer (Adán y Eva, que nos representan a todos)
somos pecadores”. "Y -continúa el relato- dijo Dios al hombre: -Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado". Es decir, tenemos que construir nuestra vida trabajosamente,
en medio de muchas penalidades; y aceptar la muerte.