Si se pudiera captar que…
por encima de todo, la alegría más grande de la Navidad la produce el
nacimiento de Jesús; que el gozo de su presencia entre nosotros es la seguridad
de contar con la excesiva comprensión de Dios, y que la alegría desbordante que
comparte -si le abrimos el corazón- con hombres y mujeres de toda condición,
nos da la certeza de que ya nos ha dado su perdón… ¡La Navidad sería la fiesta
que nos haría las mujeres y los hombres más felices!
Foto: Juanjo Rodríguez Noguera
Estamos acercándonos a la Navidad, o mejor dicho, estamos ya inmersos en ella desde hace días: las luces de la ciudad o pueblo, la decoración de las tiendas y grandes almacenes, tal vez ya los enormes belenes en las calles y en las plazas… ¿Pero es esa la Navidad que nos alegra como queremos? Alguien dice que muchos tienen miedo (adivino que será por el inquietante asunto del bolsillo) a este tiempo que llamamos Navidad.
Los
entendidos dicen que la Navidad “nació” en el hemisferio Norte por una
veneración al milagro de la presencia del Sol nuevo, el Sol que empezaba a
crecer desde el 21 de diciembre, alargando paulatinamente el día con respecto a
la noche. Más tarde, esta fiesta fue cristianizada.
Sea lo que sea, en esta época, cuando va a empezar en el hemisferio desde donde escribo, el invierno, no viene mal la noticia de que el Sol va a ir venciendo a la noche y al frío; no está mal festejarlo. Pero, aparte de esto, la Navidad “cristianizada” ha tenido y aún conserva muchos valores, que sería una pena que no los consideráramos y los pusiéramos en su sitio.
Sea lo que sea, en esta época, cuando va a empezar en el hemisferio desde donde escribo, el invierno, no viene mal la noticia de que el Sol va a ir venciendo a la noche y al frío; no está mal festejarlo. Pero, aparte de esto, la Navidad “cristianizada” ha tenido y aún conserva muchos valores, que sería una pena que no los consideráramos y los pusiéramos en su sitio.
Hablo
más bien de la modalidad que conozco, que es la Navidad española, pero que
estoy convencido que se comparte en muchos aspectos en las comunidades y países
donde hay cristianos en todo el planeta.
La
Navidad trae una música especial, los villancicos. La Navidad nos presenta unos
alimentos propios, el turrón, la uva, los mazapanes y otros dulces. Pero sobre
todo, disfrutamos del amor familiar, la Navidad es en primer lugar una fiesta
hogareña. Es tiempo de regalos, sobre todo, estos son el encanto de los pequeños.
Expresamos –hoy más en digital que en papel- nuestras felicitaciones, y ¡Feliz
Navidad! se escribe multiplicada en muchas pantallas y tarjetas.
La
Navidad coloca un dulce belén (nacimiento) en el corazón de muchos hogares. ¡La
Nochebuena es especial, porque resume los valores que hemos apuntado! En ella,
los cristianos celebramos la Misa del Gallo, y se da a besar a los congregados
una imagen de Jesús niño.
Porque,
por encima de todo, la alegría más grande de la Navidad la produce el
nacimiento de Jesús; el gozo de su presencia entre nosotros es la afirmación de
la excesiva comprensión de Dios por todas las personas, y antes que la nuestra,
la alegría desbordante que comparte con hombres y mujeres de toda condición,
nos hace saber que ya nos ha dado su perdón.
Amiga,
amigo, ¡FELIZ NAVIDAD!
Francesc
Una preciosa foto: parece que el Niño Jesús acaricie la barbilla de nuestro querido salesiano Evelio. ¡Estupendo, Evelio por esa cercanía a Jesús, que luego tú nos comunicas!
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