El autor en su tierra natal |
Cuando en esta "aldea" global
intentamos comprender tantas formas de enfrentarse a la vida, debemos
considerar que aquel que no tiene una identidad propia, que se diluye en el ambiente...
en realidad se despersonaliza y en lugar de ser elemento de construcción de sí
mismo y de la sociedad, lo que hace es defraudar la aportación de su propio y
personal respaldo a la sociedad y a sí mismo: su genio, su personal forma de
ver el mundo depende de su lugar de nacimiento, donde se ha empapado del
paisaje, de sus colores, de la bonanza o el rigor de su clima, de su sol, de su viento,
de su luz.
Mediante la propia lengua materna cada persona ha recibido
tradiciones, refranes, la sapiencia de cómo a su alrededor se entendía la
vida, diferente de otros ambientes y territorios. Además, las personas han adquirido en la escuela, con sus estudios, conocimientos más
generales y extensos, que le deben procurar mejor orientación, trabajo, diversión, una cultura más amplia y un mayor disfrute. Y especialmente, poder con todo ello, averiguar el verdadero sentido
de la existencia.
Un
ejemplo de lo que significa perder la identidad, el propio patrimonio sucede
cuando una asociación debe cambiar su Junta y lo hace cambiando a todos los
miembros de la misma. Si lo hace así, perderá normalmente el patrimonio
adquirido anteriormente por la asociación, es decir, la confianza ganada entre los
miembros de la Junta y con los asociados,
las relaciones con terceras personas o instituciones, la experiencia de
gestionar y de realizar sus actividades, el conocimiento del método para conseguir los
objetivos de la misma...
También hay que considerar el aspecto
religioso, que tanto nos puede ayudar a clarificar el sentido de la vida. Será suficiente
para entender esto que estamos considerando de nuestra identidad, tener en cuenta que el sueño de Dios para cada persona es que
nosotros seamos lo que somos, con nuestro genio, con nuestro corazón, con nuestros
errores, pero también con nuestro arrepentimiento y corrección de los mismos. En lo que Dios goza es en que cultivemos nuestra
creatividad, pongamos en marcha nuestras intuiciones, y ejerzamos nuestra forma de amar única. Y
así alabemos a nuestro Padre y creador para gozar con él.
Vuestro
amigo,
Francesc
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