Es verdad que era un pequeño
líder entre sus amigos, de niño, y también de mayor, con sus amigos jóvenes,
cuando estudiaba en Chieri. Se observaba en él la verdadera amistad con los
amigos, niños o jóvenes y su buen tacto para llevarlos al bien.
Pero también, y gracias a Dios, tuvo sus crisis, primero
en el Instituto y luego en el Seminario, a causa de su edad y sus circunstancias.
La verdadera vocación, la
entrega total de su vida a los jóvenes la encontramos más adelante. [Aun
tendríamos que considerar otro episodio, años más tarde en que Don Bosco hace
entrega total de su vida a los jóvenes].
Vayamos a nuestro hilo: Cuando
acaba la carrera de teología y es ordenado sacerdote, es entonces cuando se
pone con total confianza en las manos de Don José Cafasso (proclamado santo por
la Iglesia) quien le recomienda seguir preparándose como novel sacerdote. La
preparación constaba de una parte teórica y otra práctica. Esta parte práctica
le llevó, de la mano de su consejero, a visitar la cárcel, donde encontró
jóvenes, cuya desesperación leyó en sus ojos, y que se le clavaba en el
corazón. Lo mismo veía en las calles (peleas, hurtos...) o en las fábricas
(enfermedades que muy frecuentemente acababan en muerte, abusos de todo tipo
–golpes, maltrato, horarios larguísimos, suciedad, un sueldo de miseria...).
Por eso cuando Don Cafasso
le propuso ir a Génova de preceptor de los hijos de una familia adinerada que
le pagaría muy bien, rechaza la propuesta y se siente llamado –vocacionado- por
esa experiencia de la juventud que le estaba llamando a gritos.
Don Bosco también es maestro
de auténtico hombre entregado.
Tu
amigo,
Francesc
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