sábado, 26 de diciembre de 2015

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA (1)

    DOMINGO SAVIO (SANTO) 
                         

Cuando empezamos un año nuevo, no es extraño que alguien diga este lema español: ‘Año nuevo, vida nueva’. Se podría entender este dicho popular como la oportunidad, mejor aún, la necesidad de proponernos mejorar en nuestra orientación vital. Más en concreto, “hacer unos buenos propósitos para el año que empieza". Pero también comprobamos en la mayoría de las ocasiones, que estos buenos propósitos no nos duran más que unos días. ¿Qué hacer para que perduren? Nos parece que si los comparamos con unas luces cuyas mechas están empapadas en aceite, lo que deberíamos fundamentalmente hacer es no descuidar rellenar de aceite el vaso, con la frecuencia que se necesite.

Además, la experiencia nos dice que las promesas han de ser pocas: todo lo más, dos o tres. Y si no las concretamos en qué tiempo, en qué lugar, con qué personas, lo más probable es que no sean eficaces. Tienen que ser también sencillas y que abarquen un campo importante para nuestro propio crecimiento. Si son pocas, mejor, pues el que “mucho abarca, poco aprieta”; no podremos con tanta carga.

Y también es la experiencia, la que nos indica que si se mejora con sinceridad en un aspecto, esta dinámica repercute en toda nuestra conducta. Si se compromete alguien, que advierte poca amabilidad en su relación con la gente, a saludar con más amabilidad, seguro que no solo en esta atención con los demás, sino en el resto de contactos con el personal, será más amable.

Un ejemplo de un buen propósito, en referencia al saludo, podría ser este: “Por la mañana –tiempo- al entrar al trabajo –espacio- saludaré amablemente a mi compañero de faena”- persona.  Si la persona que se haya hecho dicha promesa no adelanta en comprensión, en amabilidad, en atención, será seguro que no  ha tomado con formalidad su iniciativa de saludar a su compañero o compañera de trabajo, cada día, la primera vez se encuentra allí con él o con ella.

Saber de alguien que haya hecho sinceramente un propósito, no es fácil. Casos de propósitos cumplidos los encontramos solo porque las personas que los cumplieron nos confiaron su secreto. O porque otros confidentes suyos nos los han revelado. 

DON BOSCO Y DOMINGO SAVIO
Este es el caso de Domingo Savio, del cual el mismo Don Bosco nos descubre su propósito. Domingo, jovencito preadolescente, quedó impresionado por su nuevo maestro, Don Bosco, cuando se encontraron por primera vez, que al acabar de conocerle, le dijo: -Creo que aquí hay un buen paño. -¿Y qué hará usted con él? – le preguntó Domingo. –Haremos un buen traje para regalárselo al Señor –sentenció el maestro y buen “sastre”. Domingo Savio entendió con esta respuesta que debía ser santo. De tal manera fue tenaz en su propósito que en la carta que solían escribir para los Reyes Magos los chicos de la obra de Don Bosco –el Oratorio-, Domingo escribió en el papelito (en que los muchachos le pedían a Don Bosco los más variados regalos) –Le pido que me haga santo.

Don Bosco (que, por cierto, en cuyo mes festivo estamos) fue concretando y dirigiendo a Domigo en su impresionante propósito, para un chaval de catorce años.

¡Hala, a hacer pocos y concretos propósitos para este 2016, que nos llenen de sentido y de auténtica felicidad! ¡Feliz Año Nuevo, amigos lectores!

Tu amigo,
Francesc

(1) Las dos fotografías son de la película "Don Bosco" de Lodovico Gasparini                      





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