Apreciadas amigas y amigos, estaréis, me imagino, convencidos
de que el amor transforma el mundo. En ocasiones perdemos esta manera de ver
las cosas y no lo aceptamos así. Pensamos que la estrategia para dominar y
enderezar las cosas ha de ser echando mano de las armas enérgicas y violentas. No es cierto. El amor es el único que vence y convence el
corazón, haciendo realidad así la mayor proeza que se puede llevar a cabo en la(s)
persona(s).
¡Mirad si son difíciles las cuestiones, los conflictos de
convivencia!, ¡el soportar los defectos que tienen las personas con las que hemos de convivir, en
ocasiones, por años! Pues eran mujer y marido. Él era despacioso, revisaba y
tardaba en asegurarse de todo. Ella, más impulsiva y dispuesta. Pero no se
llevaron nunca mal, porque la esposa le decía, con una pizca de gracia, pero con mucho
amor: -De tu paciencia me enamoré.
Los conflictos dilucidados con la estrategia del amor tienen
más potencia que las bombas, que las ráfagas de ametralladora. Leí hace unos
días que en las dictaduras no está bien visto el amor. No nos debe extrañar,
porque es un arma que no se puede manipular por parte del Equipo dictatorial;
se les escapa de las manos.
Cualquier situación, si se enfoca desde el amor, cambia por
entero su planteamiento. Recuerdo haber leído de Juan XXIII, el papa bueno, que
cuando era nuncio del Vaticano –algo así como embajador personal del papa- se
dice que rezaba al ángel de la guarda del diplomático con el que se iba a
entrevistar para que se entendieran primeramente su ángel de la guarda y el de
su colega. Y por más difíciles que fueran los asuntos, no se arredraba y
confiaba en que se podrían arreglar con la estrategia de la cordialidad.
Tu amigo,
Francesc
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