No hace ni un mes, la comunidad católica celebraba el día
mundial de las misiones. Entonces se dijo que los misioneros españoles eran
unos trece mil. Celebramos el número, en España y en todo el mundo, de estos
trabajadores de la esperanza. Pero, sobre todo, de su importante y excelente
labor.
“En nuestro libro de clase, -dice una chica-, vienen unas
misioneras franciscanas francesas, una de las cuales es enfermera. Hacen lo
que pueden por llevar ayuda sanitaria y a la vez visitar a los enfermos. Esta vez es un
muchacho que vive lejos. Está muy enfermo, porque a la hermana enfermera se
le ve muy seria. Los padres rezan a Alá en árabe y las hermanas, a Dios, en
francés”.
¿Cuáles son las armas de estos luchadores, en medio de las
dificultades de todo tipo? –La ternura y la paciencia son sus únicas armas.
Predican sin palabras, porque ellos, su vida, ya es una palabra: la esperanza.
Esperan ganar la paz, no la guerra.
“Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios
todavía no pierde la esperanza en los hombres”. Esta cita de Rabindranath Tagore
nos ilumina la visión, el arranque del alma del misionero: -Sea cual sea la
situación social, política, económica, de pobreza, de ambición, de ignorancia,
de salud, de la población donde le toca estar, siempre hay una esperanza, una tarea de restablecer
la dignidad y los derechos de todas las mujeres y de todos los hombres.
Una visión, sin duda, realista. Pero que no se aparta de abrir puertas a la esperanza. Esta es la
vocación global, una ciudadanía "global" de estas y estos trabajadores de la esperanza.
Tu amigo,
FrancescTu amigo,
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