Estimada
amiga, estimado amigo: Con la celebración reciente del Domingo de Ramos, los cristianos católicos comenzaban la emblemática
Semana Santa.
Quisiera, centrar esta reflexión en el texto de la Pasión de Jesús de Nazaret,
según Juan. Ya que la lectura de la Pasión es un requisito obligado del Domingo
de Ramos en la celebración católica de este día; dado que esta lectura entonará los
hechos dolorosos y gloriosos que, unidos, recuerdan los cristianos, en la Semana Santa.
Si leemos la
Pasión en Juan, experimentaremos que –entre tantos sentimientos- hay dos realidades que
la empapan: la inocencia de Jesús y su irrenunciable lealtad a la verdad.
En el centro
del diálogo entre Pilatos y el Maestro, en que hay silencios, y también
incomprensiones, Jesús, deja claro a Pilatos que él es rey, pero, añade: “Mi
reino no es de este mundo”. “Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad,
escucha mi voz”. A lo que Pilatos replica: -“Y,
¿qué es la verdad?”
Sentencia
del procurador de Roma en Jerusalén, que no es algo extraño tampoco hoy; cuando
tantos mensajes, noticias, conversaciones se dicen sin tener en cuenta la
verdad… Está claro que no nos extraña la
respuesta de Pilatos al reo Jesús. –Y, ¿qué es la verdad?- ¡Cuántos proyectos y
decisiones, actuaciones y comunicados no tienen en cuenta la verdad! Lo que
interesa es el efecto, el impacto.
Sabemos que
nos engañan. Pero decir la verdad siempre es arriesgado. Al Maestro de Nazaret
le cuesta la vida.
Ahora bien, si
nos atrevemos, como él, a estar en la verdad, tenemos en el horizonte dos
realidades: la ya dicha; tendremos persecuciones y rechazo de parte de quienes
no la quieren ver, ni siquiera escuchar. Pero, por otro lado, podremos ser libres, caminar en la
verdad dándole el sentido auténtico a la vida. Y aún más, observar que el
Maestro de Nazaret no nos engaña; él sí que nos señala la verdad. Porque la ha
dicho hasta el extremo, con su vida.
Tu amigo,
Francesc
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