Es sano que nos libremos tanto del apego emocional al móvil,
como también de la exageración del tiempo dedicado al mismo. Cada cual sabrá
hasta qué punto su hábito con el móvil le hace perder el ritmo de su vida. Si
es así, habrá de poner el móvil en su sitio. Pues lo que vive con él, no es
verdad.
Tengo un amigo que me comenta: -Miro el Whasap y a diario
tengo más de trescientos mensajes. Es imposible verlos todos. A veces alguno de
los remitentes me dice: “Oye, ¿que no haces caso de mi Whasap”? Y le
contesto: “Yo, trabajo”.
Tampoco es eso. Pero sí es cierto que si se abusa del apego
a la mensajería digital y del subsiguiente
tiempo dedicado a ella… ¿Cómo van a
quedar nuestros compromisos, nuestro trabajo o estudio? ¿Y la dedicación a las
personas que nos corresponden (hijos, amigos, mujer, marido, parientes…)? Algo
mermada, ¿no?
Es cierto que el móvil, el ordenador, la Tablet… son
instrumentos útiles y prácticos. Y que también nos ayudan a mantener relaciones
y seguimiento con quienes necesitamos contactar. Pero no se debe olvidar que “el
roce” directo con las personas, y también con la realidad, son de un valor
inestimable y necesario.
Amigos lectores, todos podemos caer en ese apego y
exageración de los medios digitales, que nos hagan perder fuelle en nuestra
orientación vital. Es decir, que no seamos lo que queremos ser. Y por eso decíamos
antes, “no es verdad”. Es una equivocación; no estamos asumiendo bien nuestra
vida. En resumen, “no somos felices”. Vale, pues, la pena intentar poner al
móvil en su sitio.
Vuestro amigo,
Francesc
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