¿Verdad
que nos sería completamente extraño y
fuera de lugar que se celebrara el
‘cumple’ de un amigo o amiga, o
la de algún familiar sin estar él
presente? Hombre, si se encuentra en
Irlanda aprendiendo inglés, nos uniríamos a
él de alguna forma. Pero, ¡qué
impensable es imaginar un regocijo con
merienda, con bebidas y juegos para
peques y mayores sin estar aquel que
cumple los x años!
Hola,
amigos. Con un poco de retraso, pero
con ánimo de ayudaros a reflexionar,
aquí estamos.
¿Verdad que nos sería completamente extraño y fuera de lugar que se celebrara el ‘cumple’ de un amigo o amiga, o la de algún familiar sin estar él presente? Hombre, si se encuentra en Irlanda aprendiendo inglés, nos uniríamos a él de alguna forma. Pero, ¡qué impensable es imaginar un regocijo con merienda, con bebidas y juegos para peques y mayores sin estar aquel que cumple los x años!
Pues ni más ni menos esto es lo que pasa con la Navidad a nivel de sociedad: Las decoraciones luminosas, los adornos de estrellas, de verdes vegetales; los rótulos con lamparitas y que con variados estilos nos felicitan con ¡FELIZ NAVIDAD! No olvidemos los arbolitos, cargados con frutos exóticos que simulan bolas y regalos. Aquí recordamos también las felicitaciones personales, familiares y de empresa; hoy en día especialmente colgadas en la red. ¡Ah, y las felicitaciones y mensajes tan lindos en los medios para vender productos de lo más extraño al sentido navideño!
En todo este “bosque” navideño, en toda esta distorsión melódica de la Navidad…no sale Jesucristo, el nacimiento del cual, se supone se quiere celebrar, según consta en la tradición de los cristianos desde hace muchísimos años.
Cierto que algunos pueden esgrimir que ellos no creen en esos cuentos que son para niños. Pero podemos bajar a motivos más realistas: celebramos a un gran profeta, a un hombre de bien, a un luchador por la dignidad del ser humano. También podríamos añadir como razón para tener presente a Jesús, el que un grupo de personas ha conservado –van ya dos mil años- su memoria. Y otros hay que piensan de él que es el Hijo de Dios, el enviado por él como salvador, para colmar las aspiraciones de felicidad y de vida plena del hombre para siempre.
Aún no teniendo en cuenta de forma tan explícita como lo hace el último grupo al “cumpleañero” de la Navidad, conviene señalar que en ese mar de productos navideños se pueden rescatar algunos rasgos positivos de estas fiestas de comienzo de invierno, del sol nuevo.
Permitidme esta anécdota para “salvar” uno de estos rasgos más importantes: La señora mayor, religiosa y buena persona se acerca a la tienda del descreído y mal-encarado propietario. El vendedor tiene su pequeño comercio adornado con decoración navideña. La señora mayor le saluda y percibe en su cara un contento inhabitual. Así que no puede reprimir manifestarle su extrañeza: -¡Has adornado la tienda para Navidad! –Sí, señora –le responde el tendero-, yo también tengo corazón.
Esperemos que dentro de esa maraña navideña, encontremos también nosotros este inestimable rasgo, el del amor, el del cariño y la amabilidad, y ensanchemos nosotros también el corazón.
Así os lo deseo yo: ¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD!
¿Verdad que nos sería completamente extraño y fuera de lugar que se celebrara el ‘cumple’ de un amigo o amiga, o la de algún familiar sin estar él presente? Hombre, si se encuentra en Irlanda aprendiendo inglés, nos uniríamos a él de alguna forma. Pero, ¡qué impensable es imaginar un regocijo con merienda, con bebidas y juegos para peques y mayores sin estar aquel que cumple los x años!
Pues ni más ni menos esto es lo que pasa con la Navidad a nivel de sociedad: Las decoraciones luminosas, los adornos de estrellas, de verdes vegetales; los rótulos con lamparitas y que con variados estilos nos felicitan con ¡FELIZ NAVIDAD! No olvidemos los arbolitos, cargados con frutos exóticos que simulan bolas y regalos. Aquí recordamos también las felicitaciones personales, familiares y de empresa; hoy en día especialmente colgadas en la red. ¡Ah, y las felicitaciones y mensajes tan lindos en los medios para vender productos de lo más extraño al sentido navideño!
En todo este “bosque” navideño, en toda esta distorsión melódica de la Navidad…no sale Jesucristo, el nacimiento del cual, se supone se quiere celebrar, según consta en la tradición de los cristianos desde hace muchísimos años.
Cierto que algunos pueden esgrimir que ellos no creen en esos cuentos que son para niños. Pero podemos bajar a motivos más realistas: celebramos a un gran profeta, a un hombre de bien, a un luchador por la dignidad del ser humano. También podríamos añadir como razón para tener presente a Jesús, el que un grupo de personas ha conservado –van ya dos mil años- su memoria. Y otros hay que piensan de él que es el Hijo de Dios, el enviado por él como salvador, para colmar las aspiraciones de felicidad y de vida plena del hombre para siempre.
Aún no teniendo en cuenta de forma tan explícita como lo hace el último grupo al “cumpleañero” de la Navidad, conviene señalar que en ese mar de productos navideños se pueden rescatar algunos rasgos positivos de estas fiestas de comienzo de invierno, del sol nuevo.
Permitidme esta anécdota para “salvar” uno de estos rasgos más importantes: La señora mayor, religiosa y buena persona se acerca a la tienda del descreído y mal-encarado propietario. El vendedor tiene su pequeño comercio adornado con decoración navideña. La señora mayor le saluda y percibe en su cara un contento inhabitual. Así que no puede reprimir manifestarle su extrañeza: -¡Has adornado la tienda para Navidad! –Sí, señora –le responde el tendero-, yo también tengo corazón.
Esperemos que dentro de esa maraña navideña, encontremos también nosotros este inestimable rasgo, el del amor, el del cariño y la amabilidad, y ensanchemos nosotros también el corazón.
Así os lo deseo yo: ¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD!
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