Los sueños son una parte importante
de nuestra vida. ¡Ay si no tuviéramos
sueños! Los educadores –como mamá
Margarita- han de atender a los
sueños de sus pupilos, aunque no
siempre podemos tener la varita mágica
para poderlos conocer e interpretar. Pero
aún así, el educador (padre, madre,
maestro, sicólogo, amigo/a…) ha de
acompañar al soñador para que pueda
seguir “su” sueño.
¡Buenas,
amigos! Ya hemos pasado la Navidad. Y
también llevamos un puñado de días
del año nuevo, que así ya no va
siendo tan nuevo. Para el ambiente salesiano,
para los conocedores del gran educador
de la juventud Don Bosco, este
mes de enero es su mes, el mes
de Don Bosco, ya que tenemos en
el horizonte del mismo, el día 31, su
fiesta.
Pues vamos a espejarnos en la vida de este santo educador tan simpático. A Don Bosco se le han dado muchos calificativos e incluso se le ha hecho patrón de muchos oficios o profesiones. Pero uno de los más encantadores apelativos es llamarlo “un soñador”.
Cuando encontramos en la última película sobre Don Bosco la escena que debe narrar su famoso sueño de los 9 años, tal vez nos decepcione un poco la parquedad de datos sobre el mismo, lo escueto de su versión. Pero no nos deja de resultar una secuencia encantadora: Juanito está dormido, reclinado sobre el tronco de un árbol, cuando irrumpe la madre que lo ve así, a pleno día, y con ternura lo espabila diciéndole: -Pero, Juanito, ¿no sabes que desde que murió papá tú eres el que saca el agua del pozo? Venga, ¿qué te pasa? Juanito se incorpora y va entrando en la realidad: –Sí, mamá, pero es que he tenido un sueño… -¿Qué ha sido, Juanito? –No sé, mamá, había algo que… -No importa si no me lo cuentas… Ahora, a trabajar.
El sueño de Juanito que tanto por activa y por pasiva conocemos nosotros (ya sabéis, aquel de las fieras que se convierten en corderos, símbolo de unos pilluelos que vociferan y se pegan y que también Juan ha de amansar, guiado por una Señora, que será su Maestra; tarea que parece que le asusta al principio y al final le deja algo aturdido…) no caemos en la cuenta de que lo contó Juan Bosco en varias ocasiones siendo ya mayor y es cuando fue viendo que todo encajaba.
Sin embargo, estamos seguros de que en aquel momento ni él, ni menos su madre Margarita pudieron desentrañar su misterio. De todos modos, la mamá secundó su sueño –sin conocer los detalles- y ayudó a Juanito a que, a pesar de las contrariedades, llegara a ser sacerdote. Así le posibilitó seguir más adelante y desarrollar su “sueño”.
Pues vamos a espejarnos en la vida de este santo educador tan simpático. A Don Bosco se le han dado muchos calificativos e incluso se le ha hecho patrón de muchos oficios o profesiones. Pero uno de los más encantadores apelativos es llamarlo “un soñador”.
Cuando encontramos en la última película sobre Don Bosco la escena que debe narrar su famoso sueño de los 9 años, tal vez nos decepcione un poco la parquedad de datos sobre el mismo, lo escueto de su versión. Pero no nos deja de resultar una secuencia encantadora: Juanito está dormido, reclinado sobre el tronco de un árbol, cuando irrumpe la madre que lo ve así, a pleno día, y con ternura lo espabila diciéndole: -Pero, Juanito, ¿no sabes que desde que murió papá tú eres el que saca el agua del pozo? Venga, ¿qué te pasa? Juanito se incorpora y va entrando en la realidad: –Sí, mamá, pero es que he tenido un sueño… -¿Qué ha sido, Juanito? –No sé, mamá, había algo que… -No importa si no me lo cuentas… Ahora, a trabajar.
El sueño de Juanito que tanto por activa y por pasiva conocemos nosotros (ya sabéis, aquel de las fieras que se convierten en corderos, símbolo de unos pilluelos que vociferan y se pegan y que también Juan ha de amansar, guiado por una Señora, que será su Maestra; tarea que parece que le asusta al principio y al final le deja algo aturdido…) no caemos en la cuenta de que lo contó Juan Bosco en varias ocasiones siendo ya mayor y es cuando fue viendo que todo encajaba.
Sin embargo, estamos seguros de que en aquel momento ni él, ni menos su madre Margarita pudieron desentrañar su misterio. De todos modos, la mamá secundó su sueño –sin conocer los detalles- y ayudó a Juanito a que, a pesar de las contrariedades, llegara a ser sacerdote. Así le posibilitó seguir más adelante y desarrollar su “sueño”.
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