Hoy nuestra reflexión será
sobre las enseñanzas del gran humanista
Francisco de Sales. Este ilustre saboyano
del siglo XVI tal vez es más
conocido por su afabilidad, por su
dulzura como persona. Pero también brilló
-y aún hoy nos puede sorprender- por
su profundo y a la vez cercano
conocimiento del ser humano, al que
dedica acertadas observaciones, como la que
hoy comentamos.
Apreciados amigos y amigas, hoy nuestra reflexión será sobre las enseñanzas del gran humanista Francisco de Sales. Este ilustre saboyano del siglo XVI tal vez es más conocido por su afabilidad, por su dulzura como persona. Pero también brilló -y aún hoy nos puede sorprender- por su profundo y a la vez cercano conocimiento del ser humano, al que dedica acertadas observaciones, como la que hoy comentamos.
Francisco de Sales aconsejaba encarecidamente: Nada por obligación; todo por amor. Expresión que podríamos traducir así: “Cuando no tengas más remedio que hacer algo que no encuentras agradable, dale la vuelta, transfórmalo en algo que realizas por amor. Pero si no tienes obligación de hacer algo que es desagradable para ti, ¡no le des más vueltas!, y déjalo correr”.
Realmente es un contrasentido, y además, algo que nos daña, realizar cosas que no quieres. Cuando no vamos a esperar un bien, un beneficio de nuestras acciones, o bien nos vamos a ver envueltos en situaciones que nos perjudican, entonces las debemos rechazar con toda razón, pues la persona está hecha para buscar su bien, y en último término, su felicidad. Sin embargo, hay situaciones, como la que presenta el evangelio, de una mujer gestante que espera a su hijo, en que podemos ahondar aún más el sentido de la sentencia de Francisco de Sales. La mujer, en este caso, experimenta, de un lado, la angustia por el sufrimiento que le supone el parto, pero a la vez, por otro, podrá superar esta situación con la ilusión y el amor que siente por el nacimiento del hijo. Y una vez haya podido ver ya la carita de su hijo o hija, esa felicidad, disipa y pone en segundo plano lo que le ha tocado pasar por traerlo al mundo.
Si me permitís, para ilustrar esto mismo, os contaré una anécdota personal. Cuando era estudiante diecisieteañero, nuestro asistente nos ponía unas tareas –que llamábamos “cargos”- para realizar después de la merienda. Estos “cargos” consistían en pequeñas ayudas a la limpieza, la jardinería, o al orden en nuestras aulas y biblioteca. Cada cierto tiempo solía cambiarnos estas incumbencias. Un día, en la cartelera apareció la lista de los nuevos “cargos” para cada uno de los estudiantes. La lista venía encabezada por esta expresión: LIBREMENTE OBLIGADOS. Ni que decir tiene que al leer dicha expresión no pudimos menos de mostrar una amplia sonrisa. Fuimos lógicamente a nuestras obligaciones, pero con evidente buen humor; algo que ya es un avance para transformar nuestras obligaciones en una cosa hecha con ilusión, o al menos, con una pizca de motivación.
Las dos situaciones que se han anotado nos ponen en la línea de Francisco de Sales; de hacerlo todo por amor, o de convertirlo todo en amor aunque tengamos la obligación de realizarlo. Esto es lo que les sucede a todas personas, sean estudiantes, deportistas, educadores, profesionales, padres o madres que ¡cuántas veces han de aceptar situaciones que no les agradan! Es entonces cuando no estará de más recordar la advertencia del gran humanista saboyano: Nada por obligación; todo por amor.
Amigas y amigos: Os deseo un buen empleo de este extraordinario consejo de Francisco de Sales.
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