Esta
vez también nos acercamos al hecho de
que los chicos y las chicas que
crecen necesitan de todos: madre, padre,
abuelos, “seños”, maestros, profesores, médicos,
monitores, amigos… todos han de ejercer
su labor de acompañamiento a los
pequeños con la mejor preparación, atención
y cercanía… pero con una exquisita
coordinación entre todos estos agentes
educativos, para que la formación del
chico o de la chica pueda ser
verdaderamente completa e integral.
Pues ¡cuántas veces hay que lamentar situaciones como las que siguen!: -“Esta joven tiene un genio tan corto, que enseguida se enfada si le salen las cosas mal... Es que el abuelo la consintió de más”. O bien: -“Los padres de este niño deberían hacer caso a la “seño” de su hijo y llevarlo a un sicólogo”.
Estas situaciones apuntadas como ejemplo de otros tantos desaciertos, se pueden y deben corregir reflexionando sobre el papel que cada uno de los que acompañan a los pequeños en su crecimiento integral, tiene en cada caso. No puede una abuela normalmente arrogarse el papel de madre, ni unos padres hacer caso omiso de las observaciones que la “seño” de su hijo de 3 años les indica.
Y aunque estamos tratando principalmente de educación y de educar, esta reflexión vale también para todo grupo humano, sea familia, junta de asociación, grupo de amigos… Para que funcione, se ha de tener un cuidadoso respeto al rol que desempeña cada componente. A veces los celos, el protagonismo privan de la excelente labor que puede hacer un grupo bien coordinado.
No importa que en ocasiones los roles se intercambien, siempre que estén pactados o aceptados. Es más, pueden ser la fórmula ideal. Por ejemplo, en una familia el padre puede hacer ver a los hijos, en ocasiones que lo requieran, cómo la mamá es la que está dedicada de continuo a ellos y que por tanto, han de comprender que la deben respetar, obedecer y ayudar. Pero en otras ocasiones será la madre quien hará entender a los hijos lo cansado que puede estar el papá después de un día de trabajo y que por ello, no han de ser tan exigentes cuando en ese momento no puede atenderles en todas sus pretensiones.
En conclusión, se precisa la colaboración de todos los responsables implicados en la educación de los menores, pero es también necesario, por otro lado, que dicha colaboración esté bien coordinada, que cada educador aporte con la mejor calidad aquello que le corresponde, de tal modo que el niño, el adolescente o el joven pueda ir recibiendo las mejores ayudas para su desarrollo armónico y completo.
Con este cuidado en la coordinación de los distintos agentes educativos, o en el caso de grupos, de los roles diversos dentro de cada equipo humano, nos veríamos libres de muchos conflictos.
Os deseo la felicidad que os merecéis en vuestra tarea educativa, si la tenéis, y en todo caso, en vuestros diversos grupos, contando para ello con una esmerada coordinación en estos campos.
Vuestro amigo
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