Apreciados: amiga, amigo,
estamos cerca de la fiesta anual del
gran educador turinés, padre de los
jóvenes, DON BOSCO. El recuerdo alegre
y festivo de este extraordinario maestro
de la juventud se celebra el 31
de enero, día de su muerte en
1888.
Por eso viene como anillo al dedo situarnos delante de su simpática figura y conectar con su incomparable pedagogía, para disfrutar del increíble carisma que irradia.
Por eso viene como anillo al dedo situarnos delante de su simpática figura y conectar con su incomparable pedagogía, para disfrutar del increíble carisma que irradia.
No hace mucho –en octubre pasado- nos visitaba el santo educador; venía una preciosa reliquia suya a esta tierra de donde escribo. El entusiasmo de pequeños y mayores desbordó entonces todas las expectativas. Tanto, que creó en nosotros estos interrogantes: ¿Por qué atrae tanto Don Bosco? ¿Qué lo hace tan encantador si ni siquiera lo podemos ver en persona? -Hay algo en él de especial que fascina, que lo mantiene todavía vivo, sobre todo para los jóvenes.
Nos gustaría, claro está, conocer la clave del éxito pedagógico de este formidable educador y amigo de los jóvenes.
Pues, con total sencillez, entendemos que su secreto es este: Don Bosco amó con toda su alma a los jóvenes. Él decía: –si esta frase nos vale para medir su amor a ellos- “Uno solo es mi deseo, que seáis felices en el tiempo y en la eternidad”.
Adivinamos aquí que el amor de Don Bosco por sus educandos es, como se dice hoy entre los chicos y las chicas, “for ever”, para siempre. Es un amor entrañable y que trasciende, que supo trascender el espacio y el tiempo. Realmente es como un milagro.
Pero a esa forma total de amar de Don Bosco a sus pupilos le falta un elemento que describir, so pena de quedarse en el aire esta enorme fuerza afectiva y efectiva. El padre y maestro de la juventud lo señalaba así: “No basta solo con que los jóvenes sean amados, han de darse cuenta de que se les ama”. Parecería un aspecto afectivo a tenerse en cuenta, sin mayor importancia; pero para Don Bosco es fundamental, “porque el que sabe que es amado, –continúa el santo educador- ama y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes”.
No hace mucho comentaba un joven profesor de universidad: -“Estaba desorientado. Por fortuna pude entrar en una Escuela Profesional llevada con el estilo de Don Bosco. Aquello fue un cambio total para mí. Mi vida dio un giro positivo; me encauzó”. Al preguntarle si esta “conversión” se había debido a que en el Ciclo Formativo comenzado había tenido ocasión de compaginar las asignaturas teóricas con las prácticas del taller, contestó rotundamente: -¡No! Lo que me encantó del todo fue la cercanía, la forma de tratar, de relacionarse con nosotros de aquellos profesores”.
Por esta vez, lo dejamos aquí. Siempre podremos reflexionar sobre otros aspectos de la sugerente pedagogía de Don Bosco y aprender de su atrayente maestría educativa. Hoy hemos captado que amando de veras podemos realizar maravillas, y ayudar tanto a los jóvenes como a los mayores. Pero sin olvidar, esto es fundamental, expresar nuestro amor de tal manera que vean que les queremos.
Vuestro amigo
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