Amigas,
amigos, ya hemos reflexionado anteriormente
sobre el silencio. Pero este tema
requiere que se le comprenda aún más.
Es tan importante, dados los beneficios
que nos puede reportar, que merece la
pena una nueva atención de nuestra parte.
Pero, aún así, si nos atrevemos a romper ese temor de encontrarnos con nosotros mismos a través del silencio, los beneficios que nos traerá esta actitud reflexiva, interiorizante serán muy superiores al esfuerzo de callar y de acallar.
De callar, porque este silencio es un silencio activo que prescinde de los ruidos exteriores; pero que también se desprende de los ruidos interiores –acallar imágenes, palabras que nos molestan- para dejar que la persona (yo, tú) actúe en relación a lo que se ha propuesto; como puede ser, conseguir la paz, buscar la respuesta al interrogante que apremia, desenmascarar los miedos que paralizan, acertar con las decisiones a tomar…
Esto requiere un esfuerzo, un renunciar a nuestra comodidad, a nuestro encogimiento, a ciertos gustos y a ciertos asuntos nuestros que nos distraen. Pero el resultado es salvador.
En estos días de Semana Santa, en que tenemos ocasión de contemplar la vida de Jesús de Nazaret, recordaremos que el Maestro se retira a orar por la noche. Y también lo hace por el día, en medio de su tarea evangelizadora, abriendo así con la oración, un espacio para tener esa relación única con el Padre. Sin embargo, donde mejor captamos su silencio, cargado de interrogantes vitales, es en esas horas antes de su prendimiento. Los evangelistas nos han dejado testimonio en ellas, de su silencio, de la expresión de su angustia al Padre, en soledad, -pues habría de contar con la incapacidad de comprensión de sus compañeros y amigos. Sin duda, fue en este silencio donde Jesús preparó el ánimo para arrostrar su pasión.
Concluyendo, amiga, amigo, disponemos de una herramienta preciosa para progresar con más seguridad y claridad en nuestro camino vital, el silencio. Te animo y me animo a mí mismo a romper esa inercia que nos lleva a sacudírnoslo de encima como algo que nos perjudica, y a sacar de él sus ventajosos beneficios.
Vuestro amigo
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