Cuando
un hijo le pregunta a su madre
(o a su padre): ¿”Pero, mamá, tú
nunca te diviertes”?..., es para ponerse
a pensar.
Evidentemente la mamá y el papá
trabajan, se preocupan por hacer una
familia, por construir con esfuerzo y
entusiasmo una relación de marido y
mujer, por colaborar, además, con problemas
de parientes… o incluso con proyectos
de mejora de la sociedad.
Pero para el hijo toda esta actividad y preocupación es inexistente; no tiene sentido si en todo esto no hay placer. Y el niño lo ha percibido correctamente, como lo captan todos los niños. Y ellos no se equivocan.
¿Qué ha pasado en este caso? Pues, sencillamente, se ha cumplido la ley que se llama de la entropía, la cual nos hace tener en cuenta que todo sistema, sociedad… como las máquinas… sufre una degradación, un decaimiento inexorable y se va deteriorando si no se le inyecta nueva energía, si no se le renueva. Es necesario para volver a “re-novar” el sistema, realizar algunos ejercicios de felicidad.
Bruno Ferrero, en el artículo citado, nos ofrece, -dedicados a la familia, pero que son aplicables a otras formas de relación: amigo, amiga, novio, novia, compañeros, parientes…- algunos de ellos: comer juntos, demostrar de modo tangible amor y estima recíprocos, reír, bromear, aprender a discutir, rezar juntos, aprender juntos... “Lo esencial –indica este autor- es estar juntos”.
Con respecto al consejo de “aprender juntos”, no me puedo resistir en confesaros la felicidad que me supuso ir a ver la película “Los Miserables” junto con media docena de amigos y amigas. En la sala miraba de reojo a mis amigos cercanos, pero no acabé de cerciorarme del todo si también ellos tenían los ojos arrasados de emoción. Ahora bien, cuando salimos, me confesaron todos que habían utilizado los pañuelos con profusión para secar sus lagrimillas.
Bueno, amiga, amigo; no os recomiendo en particular ninguno de estos ejercicios de felicidad, pero sí que os animo y me animo a mí mismo a practicar algunos de ellos para re-novar nuestro tono vital y reparar los desgastes ineludibles cuotidianos de nuestros proyectos relacionales.
Y en este tiempo en que los cristianos católicos celebramos la Pascua de Resurrección, ¿qué tal si comunicamos nuestra inmensa alegría, nuestra felicidad de que Jesús, el Nazareno, a quien crucificaron ha resucitado? Esto sí que puede ser un verdadero proveedor de energía vital, de re-novar-se para toda persona.
Vuestro amigo
(1) Adaptación del Artículo de Bruno Ferrero en el Boletín Salesiano
Pero para el hijo toda esta actividad y preocupación es inexistente; no tiene sentido si en todo esto no hay placer. Y el niño lo ha percibido correctamente, como lo captan todos los niños. Y ellos no se equivocan.
¿Qué ha pasado en este caso? Pues, sencillamente, se ha cumplido la ley que se llama de la entropía, la cual nos hace tener en cuenta que todo sistema, sociedad… como las máquinas… sufre una degradación, un decaimiento inexorable y se va deteriorando si no se le inyecta nueva energía, si no se le renueva. Es necesario para volver a “re-novar” el sistema, realizar algunos ejercicios de felicidad.
Bruno Ferrero, en el artículo citado, nos ofrece, -dedicados a la familia, pero que son aplicables a otras formas de relación: amigo, amiga, novio, novia, compañeros, parientes…- algunos de ellos: comer juntos, demostrar de modo tangible amor y estima recíprocos, reír, bromear, aprender a discutir, rezar juntos, aprender juntos... “Lo esencial –indica este autor- es estar juntos”.
Con respecto al consejo de “aprender juntos”, no me puedo resistir en confesaros la felicidad que me supuso ir a ver la película “Los Miserables” junto con media docena de amigos y amigas. En la sala miraba de reojo a mis amigos cercanos, pero no acabé de cerciorarme del todo si también ellos tenían los ojos arrasados de emoción. Ahora bien, cuando salimos, me confesaron todos que habían utilizado los pañuelos con profusión para secar sus lagrimillas.
Bueno, amiga, amigo; no os recomiendo en particular ninguno de estos ejercicios de felicidad, pero sí que os animo y me animo a mí mismo a practicar algunos de ellos para re-novar nuestro tono vital y reparar los desgastes ineludibles cuotidianos de nuestros proyectos relacionales.
Y en este tiempo en que los cristianos católicos celebramos la Pascua de Resurrección, ¿qué tal si comunicamos nuestra inmensa alegría, nuestra felicidad de que Jesús, el Nazareno, a quien crucificaron ha resucitado? Esto sí que puede ser un verdadero proveedor de energía vital, de re-novar-se para toda persona.
Vuestro amigo
(1) Adaptación del Artículo de Bruno Ferrero en el Boletín Salesiano
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