¡Hola,
amiga, amigo! Espero que disfrutes
compartiendo esta reflexión; esta vez sobre
esa capacidad que tenemos de sorprendernos.
Sin duda, los momentos de felicidad
inolvidables de los que hemos disfrutado,
han tenido lugar al haber sido
sorprendidos por algo que deseábamos con
intensidad, pero que no sospechábamos que
pudiera darse en ese preciso instante.
Cuando tú abres un paquete que te entrega un amigo, o una amiga, te puedes sorprender, o tal vez no, depende de lo que esperabas. Lo que sí es seguro, que la emoción sube de tono cuando ponen en tus manos el paquetito envuelto en papel de regalo. Porque entonces el sentimiento que prevalece, lo que te emociona es esa ilusión de que haya pensado en ti quien te lo ha dedicado.
Una cosa parecida sucede cuando se prepara una fiesta, un cumpleaños, una excursión. La gente menuda, pero también nosotros ya adultos, estamos excitados, nos cuesta conciliar el sueño…, pues la ilusión se apodera de nuestra mente, degustamos anticipadamente la felicidad. El refrán valenciano lo expresa con rotundidad: “De la festa, la vespra”, que viene a decir, que lo más bonito de la fiesta es la víspera de la misma, por lo que significa de ilusión, de alegría anticipada.
Sin embargo, contrariamente a lo anterior, si quieres sorprender a alguien, no se lo anticipes, no vayas por el caminito de siempre; prepárale algo que no espera, que de alguna forma le descoloque; pero que esté cargado de intención, de tu atención por él, por ella.
Recientemente una señora comentaba la ilusión que le supuso a su hija la dedicatoria de un libro por parte de un amigo. El amigo se lo había hecho llegar. Pero, por favor, podría haber sido más emocionante si ese amigo le hubiera leído la dedicatoria a la chica con su voz, con su tonalidad e intensidad emotiva. Tampoco hay que descartar la emoción de leer un texto por uno mismo, que te embarga, y no te lo esperabas.
Por lo tanto, amiga o amigo lector, tomando nota de todo esto, cuida de envolver bien los regalos, aprovecha por los pelos el momento que no se lo espera y sorpréndelo/la; desata esa emoción de algo que adivinas que recela tanto, y que probablemente seas tú misma, tú mismo, vehiculado/a por un grito, un saludo, un beso,… ¡eso sí que es un regalo!
La vida tiene ya tantos sinsabores que debemos pensar en hacer felices a quienes podamos. ¡Ah!, y prepárate tú también a dejarte sorprender. A veces se nos pasan y no alcanzamos a captar esas sorpresas que nos llegan a diario, más que nada por falta de atención y de ilusión.
Amiga, amigo, me gustaría haberte sorprendido, y haberte hecho yo también un poco más feliz.
Tu amigo
Francesc
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