En
este encuentro quincenal contigo, amiga,
amigo reflexionaremos esta vez sobre la
capacidad que tenemos todos de “echar
demonios”. Ya te imaginas, el mal que
nos rodea y que nos hace daño:
la droga, la delincuencia, la falta
de educación, la falta de salud, la
pobreza, el alcoholismo… y un largo
etcétera. Además, te propongo una
estrategia con la que luchar contra
todo esto: la alegría.
“El demonio –nos dice el gran educador Don Bosco- tiene miedo de la gente alegre”. Y es así, porque una persona alegre ahuyenta el mal rollo, la dependencia de cualquier tipo que sea, da otra visión a las penalidades y al sufrimiento, invita a relativizar las crisis y a superarlas…
En la senda de una alta montaña había un poste con un cartel que anunciaba “paso imposible”. El montañero miró hacia abajo el corte del camino; un profundo precipicio se abría peligrosamente. Luego, volvió la mirada hacia el poste. Lo arrancó, quitó el cartel y lo puso a la vista con unas piedras. Después, colocó el poste de puente uniendo las dos laderas de la sima. Pasó por él hacia la otra ladera y siguió contento su camino. En este caso, el humor unido a la intrepidez fue suficiente para remover el problema “imposible”.
La necesidad de la alegría, la vemos intuitivamente en el alma de los pequeños y de los jóvenes. En sus impulsos espontáneos observamos la exigencia de alegría, de libertad. Solo que estas exigencias no siempre son respetadas, y menos aún respaldadas, por la gente “seria” adulta. Se trata en este caso de ser serios de otro modo. Para ilustrarlo, citaré a Pascual Chávez, Superior General de los religiosos salesianos (dedicados a la educación), que dice: “Los jóvenes tienen necesidad de comprender que para mí la alegría es algo tremendamente serio”.
Observemos, sin embargo, que estas palabras de Pascual Chávez no solo se refieren a tomar en serio la alegría de los jóvenes, de los niños; indican, además, que nosotros mismos tenemos también necesidad de alegría. Si esto lo tuviéramos en cuenta, podríamos en primer lugar entender mejor a los jóvenes, cuya ley fundamental es la alegría. Y en segundo lugar, podríamos descubrir que la alegría es también “algo serio” para nosotros. Tan serio que necesitamos practicar esta actitud, pues con ella ahuyentamos nuestros propios demonios y los de nuestro entorno y en definitiva, somos mucho más felices nosotros y alegramos, además, la vida de las personas que nos rodean.
Te propongo, por tanto, a ti, amiga, amigo y por supuesto, a mí mismo esta práctica de la alegría y de este modo liberarnos de tanto demonio como podamos.
Vuestro amigo
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