Apreciados,
amiga, amigo; hoy te escribo precisamente
de esto, de la relación de amistad.
En ocasiones podemos oír, referido a las
amigas y a los amigos, expresiones
semejantes a esta: “No podría vivir
sin mi mejor amiga”. Y es que
somos seres de relaciones, y además
de nuestros parientes, que no hemos
escogido, necesitamos de una amiga, de
un amigo, que sí hemos elegido, para
tenerlos en nuestro corazón.
Quizá
en algún momento nos preguntemos acerca
de nuestra mejor amiga o amigo: ¿Cómo
es que me he hecho amiga o
amigo tuyo? Y es muy probable que
no podamos contestar a esta cuestión.
Tal vez lo que haya pasado es
que sin querer te cruzaste con ella
o con él y el corazón te haya
dado vuelco (lo mismo que el suyo)
y ha surgido entre los dos una
amistad que ya no se puede separar.
Pero, como todo lo humano, en esto también hay unas leyes, que en este caso son: la confianza, la solidaridad, la libertad y el respeto. Leyes que esperamos explicar en otra reflexión.
En cierta ocasión (los amigos son para las ocasiones, decimos) un amigo estaba preocupado por tomar la decisión de si seguir en la actividad que hasta entonces había tenido durante años, o dejarla. No lo veía claro. Entre otras cosas, pensó pedirle consejo a su amigo. El amigo no le aconsejó ni una cosa ni la otra; sólo le escuchó, y le preguntó: ¿Tú qué piensas que es lo mejor que hagas? El otro se lo dijo. La intervención de su amigo fue mano de santo: le devolvió la paz y la seguridad en su decisión.
Ya ves, amiga, amigo, la amistad te puede sacar de tantas formas de tu perplejidad. Y ayudarte en tantos momentos. Pues aunque a veces “a los amigos no los vemos muy seguido; cuando los encontramos, lo festejamos”, porque necesitamos de ellos, tanto en el aspecto afectivo, como en el efectivo, -que es el caso que se ha contado.
Pero aclaremos que ambos aspectos, el afectivo y el efectivo, van unidos en el amigo, son inseparables.
Espero, con esta reflexión, que disfrutes más de tu amiga o tu amigo y que me permitas también a mí que te diga, como acostumbro: “tu amigo”
Francesc
Pero, como todo lo humano, en esto también hay unas leyes, que en este caso son: la confianza, la solidaridad, la libertad y el respeto. Leyes que esperamos explicar en otra reflexión.
En cierta ocasión (los amigos son para las ocasiones, decimos) un amigo estaba preocupado por tomar la decisión de si seguir en la actividad que hasta entonces había tenido durante años, o dejarla. No lo veía claro. Entre otras cosas, pensó pedirle consejo a su amigo. El amigo no le aconsejó ni una cosa ni la otra; sólo le escuchó, y le preguntó: ¿Tú qué piensas que es lo mejor que hagas? El otro se lo dijo. La intervención de su amigo fue mano de santo: le devolvió la paz y la seguridad en su decisión.
Ya ves, amiga, amigo, la amistad te puede sacar de tantas formas de tu perplejidad. Y ayudarte en tantos momentos. Pues aunque a veces “a los amigos no los vemos muy seguido; cuando los encontramos, lo festejamos”, porque necesitamos de ellos, tanto en el aspecto afectivo, como en el efectivo, -que es el caso que se ha contado.
Pero aclaremos que ambos aspectos, el afectivo y el efectivo, van unidos en el amigo, son inseparables.
Espero, con esta reflexión, que disfrutes más de tu amiga o tu amigo y que me permitas también a mí que te diga, como acostumbro: “tu amigo”
Francesc
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