Apreciados
amigos:
Recién terminado el curso escolar y recién empezado este verano que se presenta climáticamente especial, os propongo la reflexión que lleva por título TODA UNA VIDA.
En un mundo acelerado, pendiente no ya de hoy y de mañana, sino del minuto, del segundo, que espero me contesten el mensaje –el wasap- que acabo de enviar… Es trasnochado y extraño hablar de casi 40 años de una vida, toda una vida de una persona.
Recién terminado el curso escolar y recién empezado este verano que se presenta climáticamente especial, os propongo la reflexión que lleva por título TODA UNA VIDA.
En un mundo acelerado, pendiente no ya de hoy y de mañana, sino del minuto, del segundo, que espero me contesten el mensaje –el wasap- que acabo de enviar… Es trasnochado y extraño hablar de casi 40 años de una vida, toda una vida de una persona.
Pero
en este caso, nos mueve y nos
conmueve la fuerza, la tarea, la
vocación, la dedicación de una persona:
Joaquín.
Entró al trabajo de conserje de un colegio hace cerca de cuatro décadas. Por suerte para él –según confiesa con emoción- en este centro se vivía el espíritu de Don Bosco; ese estilo peculiar del educador turinés, hecho de cercanía, alegría, amabilidad.
Joaquín atendía a los chicos con exquisita servicialidad y con una sonrisa que no se le caía de los labios. A propósito de su servicialidad, “mientras hablamos con él en su puesto de la portería, viene la madre de un alumno a buscar algo que ha olvidado el hijo. Joaquín le facilita afablemente la búsqueda de lo que necesita”. Su hacer consiste en realizar cosas sencillas como ésta, lo mismo que en ocasiones hacer la función de padre, cuando por lo que sea estos no aparecen (y ahí ves a Joaquín animando, consolando, haciendo más llevadera la espera del alumno o de la alumna).
No hace mucho tiempo este querido conserje contestaba así, en una entrevista, a nuestro ruego: ¿Qué les dirías a alumnos, padres, profesores y en general personas relacionadas con el colegio? -“Os digo que habéis tenido la gran suerte de estar rodeados de buena gente, de buenos profesores… en esta bendita casa en que se vivía y se vive el estilo de Don Bosco. Y aquí me gustaría terminar mi vida laboral”. Desde hace muy poco, este deseo de Joaquín ya no es una profecía, es ya una realidad. Hoy vemos a un Joaquín jubilado, que tiene la suerte de poder acudir a diario a su querido colegio y que se apunta a todo lo especial que se celebra en el mismo.
Joaquín se sabía el nombre de “casi” todos los alumnos y alumnas; a todos los recordaba, los llevaba en el corazón. Por eso no es extraño que los chicos, -que no se equivocan en captar el alma de las personas-, lo describieran así: Joaquín es Don Bosco entre nosotros.
Joaquín hoy se ha jubilado, y le han hecho un sentido reconocimiento y una emotiva despedida. Por favor, no perdáis tiempo en buscar esta noticia mañana en la prensa. Tampoco saldrá demasiado elevado su ranking en internet. No hace falta. Hay unos corazones en que será siempre noticia, porque su entrega no se les olvidará.
Vuestro amigo
Francesc
Nota.- A modo de comentario al artículo, ofrecemos la letra de una canción que se le compuso al conserje de esta reflexión.
HABANERA A JOAQUÍN
Existe un huerto de palmeras
donde jamás se oculta el sol;
plantada en él hay una escuela
sembrando esfuerzo y comprensión.
Sus puertas siempre están abiertas
al aire libre y la ilusión;
a la acogida más atenta,
la ciencia, el juego y la oración.
Aquí llegó Joaquín un día
y con Don Bosco se encontró;
su espíritu prendió en su vida
y nunca, nunca le dejó.
Se aprendió el nombre de los chicos,
los llevaba en el corazón;
los atendía con cariño,
con su sonrisa siempre a flor.
Por eso con alma sincera
te dedicamos la canción:
con este ritmo de habanera
te agradecemos tu labor.
Joaquín, mereces muchos años
de vida en paz y bendición.
Nosotros hoy te lo deseamos:
que llegue a ti nuestra intención.
Francesc Soler Alba
Entró al trabajo de conserje de un colegio hace cerca de cuatro décadas. Por suerte para él –según confiesa con emoción- en este centro se vivía el espíritu de Don Bosco; ese estilo peculiar del educador turinés, hecho de cercanía, alegría, amabilidad.
Joaquín atendía a los chicos con exquisita servicialidad y con una sonrisa que no se le caía de los labios. A propósito de su servicialidad, “mientras hablamos con él en su puesto de la portería, viene la madre de un alumno a buscar algo que ha olvidado el hijo. Joaquín le facilita afablemente la búsqueda de lo que necesita”. Su hacer consiste en realizar cosas sencillas como ésta, lo mismo que en ocasiones hacer la función de padre, cuando por lo que sea estos no aparecen (y ahí ves a Joaquín animando, consolando, haciendo más llevadera la espera del alumno o de la alumna).
No hace mucho tiempo este querido conserje contestaba así, en una entrevista, a nuestro ruego: ¿Qué les dirías a alumnos, padres, profesores y en general personas relacionadas con el colegio? -“Os digo que habéis tenido la gran suerte de estar rodeados de buena gente, de buenos profesores… en esta bendita casa en que se vivía y se vive el estilo de Don Bosco. Y aquí me gustaría terminar mi vida laboral”. Desde hace muy poco, este deseo de Joaquín ya no es una profecía, es ya una realidad. Hoy vemos a un Joaquín jubilado, que tiene la suerte de poder acudir a diario a su querido colegio y que se apunta a todo lo especial que se celebra en el mismo.
Joaquín se sabía el nombre de “casi” todos los alumnos y alumnas; a todos los recordaba, los llevaba en el corazón. Por eso no es extraño que los chicos, -que no se equivocan en captar el alma de las personas-, lo describieran así: Joaquín es Don Bosco entre nosotros.
Joaquín hoy se ha jubilado, y le han hecho un sentido reconocimiento y una emotiva despedida. Por favor, no perdáis tiempo en buscar esta noticia mañana en la prensa. Tampoco saldrá demasiado elevado su ranking en internet. No hace falta. Hay unos corazones en que será siempre noticia, porque su entrega no se les olvidará.
Vuestro amigo
Francesc
Nota.- A modo de comentario al artículo, ofrecemos la letra de una canción que se le compuso al conserje de esta reflexión.
HABANERA A JOAQUÍN
Existe un huerto de palmeras
donde jamás se oculta el sol;
plantada en él hay una escuela
sembrando esfuerzo y comprensión.
Sus puertas siempre están abiertas
al aire libre y la ilusión;
a la acogida más atenta,
la ciencia, el juego y la oración.
Aquí llegó Joaquín un día
y con Don Bosco se encontró;
su espíritu prendió en su vida
y nunca, nunca le dejó.
Se aprendió el nombre de los chicos,
los llevaba en el corazón;
los atendía con cariño,
con su sonrisa siempre a flor.
Por eso con alma sincera
te dedicamos la canción:
con este ritmo de habanera
te agradecemos tu labor.
Joaquín, mereces muchos años
de vida en paz y bendición.
Nosotros hoy te lo deseamos:
que llegue a ti nuestra intención.
Francesc Soler Alba
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