Hoy
celebramos San Valentín, el santo de los
enamorados. Así que nos viene de
perlas comentar nuestros hallazgos: Nos
encontramos los viandantes, a veces por
sorpresa, con estos letreros por nuestra
ciudad: ¡¡TE AMO!! , TQ, Siempre…
“Letras (AG) que son nombres, cifras
(7.2.12) que son fechas”, como diría
el poeta Antonio Machado.
¡Qué alegría! El amor está ahí; el mundo, la vida no se acaba. Los hombres y mujeres, los jóvenes y las jóvenes… no están ausentes… ¡Aman!
¡Qué alegría! El amor está ahí; el mundo, la vida no se acaba. Los hombres y mujeres, los jóvenes y las jóvenes… no están ausentes… ¡Aman!
Probablemente, esta primera expresión del amor que encontramos en los grafitis de la calle, no sea todavía su forma completa. El amor puede simbolizarse por una serie de círculos concéntricos (coronas circulares) que se expanden desde su núcleo, la persona. En una de estas coronas circulares más interiores están los sentimientos. Luego está el amor-compromiso, es decir el “querer querer”.
Todas estas esferas de la actividad amorosa son importantes y realizan su función en esta pulsión básica de la persona. Con una precaria calidad de sentimientos, la ilusión, el disfrutar y el sufrir del amor se desdibujan también. Ahora bien, cuando los sentimientos prevalecen de manera absoluta, se pueden llevar por delante la realidad de las cosas y las personas y no captar el verdadero amor, y por tanto la capacidad de disfrutar de una auténtica relación.
Por lo general, en la adolescencia y en parte de la juventud domina la esfera de los sentimientos, pero conforme la etapa juvenil va avanzando a períodos de más madurez, se hace más presente el dominio del amor-compromiso. Esta etapa es más austera en sentimientos, -o podemos decir que están más armonizados. El amor-compromiso, entonces, los complementa con la voluntad, la comprensión y la valoración más completa de aquel o aquella a quien se ama, compartiendo con él, o con ella no sólo las cualidades, sino también haciéndose cargo de sus ineludibles defectos.
Y es que hemos sido creados por amor y para el amor; para amar y para ser amados. Así, como somos.
Tal vez descubramos a través de este amor humano que el amor verdadero es trascendente, que supera el tiempo y el espacio; que es para siempre. ¡Qué maravilla! ¡Y qué felicidad! Tal vez intuyamos también que la fuente del amor que experimentamos es el Amor con mayúscula, que nos ama y que impulsa nuestro amor, porque él es amor y no quiere otra cosa sino que seamos inmensamente felices.
Vuestro amigo
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