LA IMPORTANCIA DEL AMOR TEMPRANO

Querida amiga, querido amigo: Ayer recordábamos a San Valentín, que nos colocaba los enamorados –y el enamoramiento- en el centro de nuestra atención. En este sentido, estaremos de acuerdo en que la fuerza del amor es la más poderosa que existe. Espero que la presente reflexión quincenal nos haga caer en la cuenta de la enorme importancia, en especial en el albor de la vida, de esta energía afectiva arrolladora y transformadora.

Este verano tuve la grata sorpresa de leer en el periódico Levante (Valencia -España) un artículo acertadísimo de Eduardo Jordá. Su resumen, su conclusión podría ser la del título de esta reflexión quincenal que quiero compartir contigo: lo importante –lo imprescindible-  de recibir afecto en edad temprana.

Los niños pequeños –antes incluso de nacer- necesitan que se les demuestre que se les quiere: con caricias, silbidos, canciones, muecas, sonrisas…

Cuando captan nuestro cariño, sonríen, se iluminan de felicidad; espontáneamente demuestran su gratitud a quien les trata así; y si pueden, gatean o dirigen sus vacilantes pasitos hacia quienes les manifiestan afecto… porque se sienten poderosamente atraídos.

No sabía aún caminar muy bien, tendría el año aproximadamente, pero le miré con cariño, no lo sé, algo notó en mí, que se dirigió feliz hacia donde estaba yo, a pocos pasos… Su padre finalmente, lo asió del cuerpecito y lo tomó en brazos, pues más bien pensaría que era lo mejor para el pequeñajo.

Pero en el citado artículo aquello que más impacta, sin duda, es el testimonio que refiere Eduardo Jordá: “Cuando era capellán de la cárcel de Palma (Mallorca –España) Llorenç Tous me contó que el 90% de los internos no habrían acabado allí dentro, si hubieran podido tener un poco de afecto cuando eran niños”.

Amiga, amigo, ¡a amar sin miedo, –yo me tomo el consejo como el primero- especialmente a los pequeños! Disponemos de una fuerza poderosa para transformar a las personas. Y en particular, de nuestro cariño demostrado, como ves, depende mucho el futuro y la felicidad de los niños de hoy.

Vuestro amigo

Francesc