sábado, 31 de mayo de 2014

SENDERISMO DE ALTURA


Estamos todavía en primavera; los árboles y las plantas verdean, florecen, crecen. Parece que toda la sierra, el monte te invita a un paseo por ellos para aspirar aire puro y fresco y renovar también en nosotros la vida.



Una de las aficiones más saludables puede ser precisamente el senderismo. La montaña está surcada de sendas y no se precisan más condiciones para hacer el camino por ellas que encontrar unas fuertes y cómodas botas, echarse a la espalda la mochila, la gorra a la cabeza y vestir la ropa que resulte más adecuada. Así equipados, en solitario o en grupo se pueden sin más comenzar a patear los caminos del monte.

Son muchos los beneficios que se extraen de esas caminatas: la paz y el sosiego, la contemplación del paisaje, el ejercicio físico, en ocasiones también la dureza del camino. Pero especialmente se llenarán los pulmones de aire fresco. Y puede ser que en algún caso se llegue a rozar incluso el éxtasis


Haciendo relación a este último fenómeno, recuerdo haber ascendido durante la noche a un volcán centroamericano. Eran otros tiempos en que en grupo de compañeros de estudio buscábamos la cumbre. Me impactó la altura del coloso que rondaba los 4.000 metros. Pero lo que realmente me extasió hasta derramar lágrimas, fue la belleza de la llanura esmeralda de selva tropical, que se fundía muy a lo lejos con el océano Pacífico.

El camino, sobre todo, es una metáfora de nuestra vida. Hace poco alguien preguntaba: ¿Por qué personas que no son nada creyentes se extrañan de que yo no haya hecho el camino de Santiago? ¿Qué le encuentran al camino de Santiago (Ciudad en Galicia, España, donde está el santuario de este apóstol) para ver tan esencial su recorrido? Quizá la respuesta a estas preguntas sea la que se ha apuntado antes: que nuestra vida es un camino; en él hay momentos dulces, pero también situaciones arduas, peligrosas.

Y como final, el camino de montaña, sobre todo si llegamos a la cumbre, nos acerca más al cielo, a Dios. Jesús de Nazaret escogió algunas veces –no sabemos cuántas-  la montaña para dialogar en la intimidad con su Padre. También para nosotros el sendero puede ser una invitación a reflexionar en nuestra vida, a ver lo positivo de ella, sin dejar de lado la curva difícil y la parte escarpada y peligrosa de la misma. Además, puede desatar en nosotros el éxtasis, la nostalgia de una felicidad y un amor infinito que sólo están en Él.

Bien, amiga, amigo. Ahí tenemos servida una invitación al senderismo -yo me apunto-; a sacarle el máximo rendimiento y la máxima altura a esta actividad montañera.

Vuestro amigo,
Francesc

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