miércoles, 15 de octubre de 2014

CLARA, UNA CHICA ENAMORADA


Amiga, amigo, tal vez no nos hemos percatado de la celebración que se hace cada año... Es una rememoración con un tono juvenil y de una frescura especial: ¡El 11 de agosto se celebra puntualmente la ‘fiesta’ de una chica de 18 años, de nombre Clara! 
 

            
¡FELICIDADES CLARA! ¡18!

Es el 1212 –no nos confundamos- y la chica es Clara, Clara de Asís. Así que es italiana, de la misma ciudad que Francisco de Asís, cuyo camino de pobreza y sencillez sigue esta joven dieciochoañera.

Clara procede de una familia rica, con el encanto de sus años reventando por todas las partes de su cuerpo. Sin embargo, aunque el vigor de su vida rompía por todo su ser, no quería precisamente perderse lo que mejor tenía en su corazón.

¿Qué era aquello que con tanta claridad veía Clara de Asís? Una frase del Apocalipsis nos podría dar una pista de lo que esta chica veía con tanta fuerza:   

-“Esta es la morada de Dios con los hombres; y él habitará con ellos y ellos serán su pueblo. Dios en persona estará con ellos y será su Dios.”

La morada de Dios con los hombres no es un lugar, ni un tiempo, es una persona, Jesucristo. Él no es solo futuro, es ya presente: Jesús está al lado, dentro de cada persona, mendigando la acogida, respetando la libertad de cada cual. Y si alguien le abre el corazón, entonces le muestra su entrañable amor por ella, por él, y por todos los hombres. Le hace experimentar la fuerza y la dulzura de su vida resucitada y divina, que corre por todo el ser de cada persona. Quien descubre este "amor de exceso" de Jesús, esa "vida de su vida", ya no puede ser igual que antes.

Pues a esta adorable realidad que Clara había encontrado, respondió con toda la energía de sus dieciocho años. Puso todo el amor que brotaba de su juventud recién estrenada. Dedicó todo su amor a su amor, Jesús. Lo cortejó adivinando lo que él quería, sirvió a los pobres como él quería y le regaló lo que a él le hacía feliz, su vida sencilla, humilde y enamorada de toda criatura.

Clara de Asís sintió una llamada personal, pero no sólo en el ámbito íntimo, sino también -como Francisco de Asís- en el ámbito social, a dejar su familia y seguir incondicionalmente a Jesús, haciéndose disponible para transformar el ambiente materialista que campeaba en la sociedad de su tiempo, haciendo el bien a todos. Como un instrumento apto para dicha transformación, fundó la orden, la familia de las clarisas.

Pero además, hoy Clara, en particular, nos regala a nosotros -a todo el que quiera profundizar en su vida, sea cual sea la vocación que sienta y el estado que haya decidido- la actitud de valentía y de plantearse una existencia con sentido, un estilo de vida que le convenciera: ¡SER FELIZ DEL TODO!

Vuestro amigo
Francesc


 

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