sábado, 1 de noviembre de 2014

OLER A OVEJA (Papa Francisco)


El  papa  Francisco  dice  que  los  pastores    (evangelizadores  o cualquier persona que se dedique a  la atención de las personas necesitadas  –que deberíamos ser todos), tendríamos que oler a oveja, es  decir acercarnos,  mancharnos,  estar  al  mismo nivel, 
que aquellos a quienes atendemos.



Un amigo me ha pasado esta información: -Precisamente, en Argentina, la patria y tierra de Francisco, hay dos pastoreos muy conocidos y practicados: el de apacentar las vacas, grandes ganados, enormes manadas de bovinos que se guían a caballo para llevarlos a los pastos abundantes en las dehesas argentinas. El otro pastoreo es el de los rebaños de ovejas, que se pastorean a pie, en contacto siempre con las reses, al cuidado en corto de ellas.

Naturalmente, estas dos modalidades de pastoreo, no son lo mismo. La altura, la distancia del ganadero a caballo que guía a sus reses, provisto de un palo largo, no es igual que la del pastor que conoce de cerca las ovejas, que por fuerza “huele” a oveja.

Encontramos en este último pastoreo de ovejas, las características del verdadero pastor. Sin quitarle mérito al vaquero a caballo, dedicado a su faena, el pastor de ovejas está cercano, conoce los problemas de cada oveja, pone nombre a cada una de ellas y la llama por su nombre. Comparte su camino, a pie, curando sus heridas cuando se lastiman. Tanto si se han metido por un charco peligroso, como si se han asomado a un precipicio, el pastor no sólo vigila a sus ovejas, sino que se mete en el charco para calibrar el peligro, y si lo hay les azuza los perros para que salgan fuera del fangal, para que no se hundan en él. 

Además, al igual que ellas, conoce el cansancio de la travesía y la polvareda que se levanta en el trasiego por las veredas. Pero también, cuando han llegado al manantial, las abreva con la límpida agua y sestea con ellas, compartiendo esos momentos deliciosos a la sombra de la alameda. Siempre con el ánimo despierto, aunque los fieles perros hacen su trabajo de maravilla. Luego, es el momento de sentarse en el ribazo a tomar un reconfortante mate.


El día ha pasado. Hoy no ha llovido. Va preparando todo para la noche. Pero el pastor siempre vela. Se acurruca en un rincón tapado con su capa. La noche ha caído bajo un ciclón de estrellas. Se va espesando el silencio. Ahora toca dormir. Las ovejas están bien protegidas. Pero el pastor estará en un constante duermevela. 
Hasta que a la mañana siguiente pueda prepararse el bombillo y animarse con el primer mate del día, para empezar la jornada, con “sus” ovejas: Fina, Perdigona, Lucita, Bella, Saltarina… que irán tomando el sendero confiadas, guiadas, protegidas por él. 

Podemos ser madres, padres, estudiantes, médicos o mecánicos: Todos tenemos esa llamada interior a cuidar de "nuestra hermana o hermano". No estaría mal que reflexionáramos sobre la forma en que somos "fraternales" (hermanos) con los que tenemos relación. En realidad, con todos los seres humanos, con quienes, queramos o no, estamos conectados. ¿Estamos tan cercanos con ellas, con ellos como nos indica el papa Francisco?

La Organización de Naciones Unidas también nos lo indica: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse "fraternalmente" los unos con los otros" (Artículo 1).
 
Vuestro amigo,
Francesc




1 comentario:

  1. Tarsicio nos dice:Aquello que se ha dicho del pastoreo es también típico de Uruguay, Brasil y Paraguay.

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