En la actualidad los abuelos hacen una serie de actividades,
de cara especialmente a sus nietos que sería enorme el listado de las mismas:
que si llevar a los nietos al colegio, que si cuidar de los nietos
mientras sus hijos están trabajando, o
cuando acuden al médico, o cuando sus padres
tienen una expansión –que también es necesario para ellos-, o cuando van a
comprar, entre otras colaboraciones. Su
función es de lo más importante, no solo de cara a los nietos y nietas, sino también de cara a
los hijos e hijas, nueras y yernos. ¡Cuánta ayuda familiar en todo sentido!
Cuando era un chiquillo le escuchaba decir a un pariente mío una curiosa expresión al respecto de los abuelos, de las personas mayores. Sentenciaba así él: -Si no tuviéramos mayores, tendríamos que comprarlos.
Yo no sé en qué tienda los encontraríamos, pero la frase de
mi pariente está cargada de verdadera estima por los mayores, por los abuelos.
No hay ninguna duda de que se trata de un concentrado de sabiduría de la vida.
Los abuelos se extasían al contemplar a sus nietos y nietas.
Por eso no es de extrañar aquellos versitos que le dedicaron al novel abuelo
cuando su hija tuvo su primera hija:
Representa
el primer nieto
que
Dios acaba de darle
al
abuelo Luis Roberto.
Los abuelos responden de una forma apasionada a la presencia
de un nieto. Por esta razón, a veces se pasan en su contemplación y caen en la
tentación de mimarlos, de consentirlos. Está bien que les hagan regalos, que
los obsequien, que jueguen con ellos, que no les regañen, pero hasta cierto punto.
Porque se les tiene que indicar siempre el comportamiento adecuado para que no
pierdan la buena educación.
Y es que las niñas, los niños, hijos de sus hijos, llegan al
corazón de los abuelos por esa natural espontaneidad, por la sinceridad, las
ganas de juego, su alegría, su agradecimiento
y amor franco sin más, que gastan los pequeños. Por otro lado, quieren de una
manera nueva a sus hijos e hijas a través de los nietos y nietas. Los hijos de los
hijos e hijas les llenan de una inexplicable vida nueva.
Debe haber, eso sí, una sabiduría especial en los mayores
para adecuarse a las circunstancias y a la edad de los nietos. En una
determinada ocasión la abuela les daba a los nietos cuando podía, ya eran mayores,
algún dinerillo para a que se lo gastaran conforme quisieran, porque sabía que
a esas edades siempre hay cosillas que les hacen falta. En esta ocasión, el nieto,
ya bachiller, se lo contó a una amiga. La amiga -no sabemos de ella cómo la obsequiaba
su propia abuela- le contestó al amigo con una pizca de envidia: ¡Qué abuela
más guay!
En resumen, permite que pueda animarte en este mundo del
“nietismo”: Si tenemos abuelos, ¡a disfrutar con ellos! Si tenemos abuelos que
nos ayuden con nuestros hijos, ¡a valorar-los! Si ejercemos de abuelos, ya
sabemos: ¡amor y sabiduría!
Vuestro amigo,
Francesc
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