lunes, 14 de marzo de 2016

ALEGRÍA EN MEDIO DE LA PENURIA



Estimada amiga o amigo, cuando se recorre un camino (“...nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar...” escribe Jorge Manrique), siempre es conveniente hacer una parada. Un descanso, una pequeña tertulia, una fiesta de las cosas alegres que hemos sentido; es decir, expresar personal y colectivamente las cosas bonitas que nos van sucediendo. Puede ser con un chiste, con una canción, con un beso, un abrazo o con un baile... ¿y si te acuestas de espaldas sobre el césped y miras hacia el cielo? ¡Qué delicia! 


Mamá Margarita, la madre de Don Bosco, fue solicitada por su hijo para que le ayudara en el Oratorio de Turín con una quincena de muchachos abandonados. La mujer, cuando llegó y vio la falta que de todo allí había, no se lamentó, sino que vendió unos terrenos suyos, trajo su ajuar de boda, cargó de su casa vino, maíz habichuelas, trigo y cosas semejantes. Y nos cuenta su hijo en “Memorias del Oratorio”: -Una noche, mi madre, que siempre estaba de buen humor, cantaba (creo que también bailaría) riendo: -Ay del mundo si nos mira, forasteros y sin lira (la moneda italiana).” 



María de Nazaret hizo una cosa semejante. Cuando sintió su embarazo, y la cercanía de Dios en su vida, fue corriendo (¿bailando?) a la casa de su prima Isabel y allí sí que bailó –bailó hasta el niño que Isabel llevaba en su vientre) y entonó el cántico tan conocido de alabanza a su Señor.

¿Y Jesús de Nazaret? Hizo lo mismo cuando comenzaba su trabajo  de evangelización por los pueblos galileos: Lo hizo entre la alegría de una fiesta, de un banquete de bodas (Caná), con la que colaboró obsequiando a novios y comensales un buen vino, con el fin de que no se les acabara nunca la alegría.

De igual forma podemos también nosotros gustar la alegría en nuestras dificultades y trabajos. Esto se dará si paramos y dejamos fluir los sentimientos, la alegría, las cosas bonitas de la vida. Disfrutaremos también de un oasis, que nos permitirá entrever que el sufrimiento no es el final de nuestra vida. Esa pequeña parada, será aquello que nos señala la Biblia: “Levantad la cabeza, se acerca vuestra salvación”.

Tu amigo,
Francesc
 

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