domingo, 24 de julio de 2016

LA MISERICORDIA SE HACE PEDAGOGÍA




El muchacho, recién venido a nuevas tierras, ya conocía la escuela de Don Bosco en su país. Apenas tuvo noticia de que en su  nueva población había un Instituto Salesiano, se acercó a la recepción del mismo con la idea de matricularse en la Escuela Profesional.
  Estaba indeciso. Miraba una y otra vez el panel del hall donde se describían las seis especialidades del centro. ¿Cuál debería estudiar? Cuando... de improviso, tuvo la gran  suerte de encontrarse allí mismo al profesor de Mecánica. Después de un primer diálogo del profesor, interesándose por el chico: -¡Apúntate a Mecanizado! –le sugirió. Y así lo hizo. Después del Ciclo Medio (dos años), se matriculó en el Superior (otros dos años). Y hoy está a punto de graduarse (4 años) en Ingeniería Mecánica.
Es una atención sencilla, pero diaria, incluso, como aquí, antes de ser alumno. Pero tiene mucha importancia para el muchacho o la chica, digamos que puede ser vital. El profesor atiende a todos, hasta intuye su necesidad. La misericordia, en este caso “se hace pedagogía”.

A Don Bosco se le puede llamar el santo de la misericordia. No somos los primeros en describirlo así. Ya ha habido quienes lo han comprobado.

El gran educador utilizó todos sus recursos de ingenio y de corazón para atender a los muchachos que, de no haber encontrado en él un amigo, un padre, un maestro no hubieran llegado a salvar su vida con dignidad y plenitud. 

Don Bosco contó con un característico afecto, que él llamaba  la “amorevolezza”, movimiento del corazón que se ha de manifestar al joven pues si el muchacho no lo percibe, la relación con él se queda a medio camino. Este afecto llega así directamente al corazón de los jóvenes. 

A esta manera de llegar al joven, que podríamos llamar actitud educativo-personal, añade Don Bosco las actividades grupales, que gustan a sus muchachos y que les socializan, les educan: El teatro, la música, el juego, y a través de ellas, confía en que aprendan a amar también el esfuerzo, el aprendizaje de un oficio, el estudio, la atención al aspecto religioso de la persona. Así coloca a sus muchachos en un ambiente de alegría y fiesta, pero también de compromiso, de preparación para su futuro.

Y no olvida que este proyecto salvador funcionará si el educador está con ellos, tarea, en ocasiones, pesada. ¿No son estas verdaderas obras de misericordia? He escuchado que Don Bosco las practicó todas.

Vuestro amigo,
Francesc

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