DESAVENENCIAS FAMILIARES |
Corregir al que se
equivoca no es fácil. En estos casos normalmente vamos empapados de
sentimientos de agresión, puesto que nos han agredido con la mala conducta o
actitud que nos han ofrecido de una forma gratuita y no lo podemos permitir…
Hemos de corregir, sí;
pero ¿cómo? No debemos olvidar decir que está mal y explicar por qué lo está.
Pero decir que ha estado mal no es suficiente, hay que hacerlo con amor.
El hecho fue este: El
chaval no estuvo fino ni en gestos ni en palabras delante de compañeros y también
de niños más pequeños. Después de hablar con él en privado confesó que aquello
había sido inadecuado.
¿Cuál es el punto clave a
resaltar aquí? Se trata de salir de nuestro paisaje agresivo, no continuar por
ese camino, bajarnos de él y navegar por las olas del amor, del cariño.
Bajarnos, porque es muy fácil olvidar que los que corregimos no tenemos
defectos y que somos mejores que el que acaba de equivocarse. También nosotros
molestamos a los demás con nuestros defectos, con la ignorancia y con pasar de
colocarnos en la situación de la otra persona.
En el caso que se ha relatado, falló algo fundamental cuando vimos que
la mala conducta, la equivocación, el error se produce públicamente; se debería
haberle llamado la atención –siempre con cariño- delante de quienes habían
visto y oído su equivocación. Esto tal vez pasó por la timidez, por la indecisión
de quien presenció la mala conducta del chaval, que no se atrevió a decirle nada en ese momento.
Luego, en privado, los únicos que se beneficiaron fueron el que corrigió y el corregido.
Pero, ¿y los que presenciaron la mala conducta? Poco se puede hacer ya, para decirles
lo que esperaban de nosotros; que aquella conducta según nuestras convicciones,
era inadecuada.
Por último, también podemos recordar que esta es una de las
prácticas que nos pide el Papa Francisco, una de las obras de misericordia que
vale la pena practicar. Porque ayudamos a corregirse a alguien, con lo que le
demostramos aprecio e interés. Y nuestra relación con él, es seguro, que se estrechará siempre
más al corregirle debidamente. Y por otro lado, evitaremos tantos disgustos y
enfados inútiles, si no, dañinos.
Tu amigo
Francesc
Como ejemplo del mensaje de esta reflexión CORREGIR AL QUE YERRA, se ha producido una corrección real. El redactor (yo, Francesc) había cometido un yerro en el título, pues lo había escrito "HIERRA". Desde Centroamérica, un antiguo compañero, "con dulzura me ha hecho conocer mi error. Lo he aceptado como se debía, y con humor. Gracias, amigo.
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