Nos informaba el salesiano que, según su madre, Acaz estaba decidido a salir a la calle para estar en la misa de Navidad vigilando la puerta de entrada, a pesar de que ella le había insinuado: -Hijo, quédate en casa; aquí estarás mejor que en la calle.
Y así sucedió, como su madre presentía: Estaba haciendo su
vigilancia cuando, de repente, vio a un hombre que quería atravesar la puerta
del santuario, y que se dirigía hacia su entrada a toda velocidad. Acaz se abalanzó
hacia él también a todo correr, sospechando lo peor. Se abrazó a él e
inmediatamente la carga explosiva que el hombre llevaba adherida al cuerpo hizo
una fortísima explosión, que hirió mortalmente al portador de la carga
explosiva y al muchacho que lo abrazaba.
A su padre
-continuaba comentando desde las ondas de la emisora el padre salesiano- le
hicieron la inquietante pregunta en
cierta entrevista: ¿Ha perdonado a los que han matado a su hijo? –Sí, les
respondió. El papa Francisco nos ha hecho un año de la misericordia, y nos ha
dicho que Dios es misericordioso. Yo he de ser como él y perdonar a todos.
Acaz había salvado a tantas personas reunidas en el acto
religioso. Su generosidad, la entrega de su vida -nos sigue relatando el
salesiano- no ha sido estéril: La comunidad cristiana se ha fortalecido en
su fe; y ya se está iniciando el proceso para hacerlo santo.
Tu
amigo,
Francesc
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