CREACIÓN DE ADÁN-Miguel Ángel-Capilla Sixtina |
Los pintores de la cultura cristiana nos han hecho muchos
favores, nos han plasmado la emoción, la belleza, la profundidad en los iconos
que nos representan las escenas, los personajes –sus preciosas vírgenes, sus expresivos cristos, sus
santos y sus profetas...- de la historia de la salvación. Pero también nos han
defraudado cuando han pintado al Padre eterno con barbas y cabellera blancas,
como un anciano. ¡No! Dios es Vida y creador de vida, por lo que Dios es
siempre novedad.
Según nos
dice el primer libro de la Biblia, el Génesis, lo más valioso de la creación
que Dios formó es el hombre, con una vida semejante a la de Él; y a quien
entregó la creación entera: mares y
montañas poblados de animales, de plantas; la bóveda celeste, con el Sol y la
Luna y la rutilante hermosura de las estrellas.
Su sueño era
plantar la humanidad en un ambiente paradisíaco, donde el mal (la serpiente) no
dominara.
Pero no
sucedió así. Su sueño quedó truncado cuando el mal pudo enseñorearse de la
humanidad. ¿Quedó truncado? –No. Ese gran tropiezo sirvió para preparar un
sueño más maravilloso todavía: Que Él mismo, por su Hijo, estuviera con nosotros.
Que el mismo Hijo nos enseñara la belleza de Dios. Y pudiéramos alcanzarla
mediante la entrega de su Hijo Jesús.
Y, por
cierto, ¿no es una maravilla lo que realizó Dios en María, la sencilla muchacha
de Nazaret? –Evidentemente que sí. La hizo inmaculada desde el primer momento,
sin que sufriera el primitivo acoso del mal. Pero mujer, como todas, sin
ahorrarle las dificultades inherentes a todo humano. María aceptó, con toda la
confianza de la que fue capaz, a su Dios.
Y ahora,
volviéndonos a nosotros; el sueño de Dios sobre cada uno supera, desborda lo
que podamos vislumbrar. Su horizonte sobre nosotros es amplísimo y bello. La única condición
para esperar en este regalo y gozar de su belleza es la confianza en Él. Y el único
enemigo, el miedo.
Por eso,
sabiéndolo el Señor, no deja de animarnos: -Levantad la cabeza. No temáis,
tened paciencia; está cerca vuestra liberación.
Vuestro amigo,
Francesc.
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