EXISTE UN CAMBIO COMPLETO, DE CABEZA HACIA ABAJO A CABEZA HACIA ARRIBA,
DE PELIGRAR POR DESPEÑAR(SE) A LUCHAR POR SALVAR(SE)
Encontré para ti, amiga, amigo, y también para mí, una modalidad de vivir la vida, reveladora, o mejor, revelada, que puede ser nuestra reflexión de final de agosto o principios de septiembre.
La “Plegaria de amor” se
percibía en forma de poema, pero no era un poema; era mucho más:
“En
tu corazón, la víspera de padecer
revelaste
la verdad definitiva,
la
que llevabas en tu corazón;
el
mandamiento nuevo, y propusiste:
“que
os améis como yo os he amado”.
Sobre
estas palabras
se
apoya la mayor revolución de la historia,
que
se funda en la fraternidad
y
no en el odio, la revancha o las armas…
Unas
palabras que debieran interrogar
la
vida de cada persona, la mía,
con
hiriente contundencia:
Y
preguntarme sobre mi amor
concreto,
preciso, visible, diario….
Este
tipo de amor no calcula retribuciones,
no
exige premios;
tampoco
toma nota del esfuerzo.
Amor
que ama a fondo perdido,
sencillamente
porque así tú lo hiciste.
y es preciso proceder como procediste tú".
Perdona que me ponga de
testigo, pero el hecho merece que pase por ese atrevimiento: El grupo, la peña
de amigos no hay que perderla. Esta vez se reunían en la casita de montaña de
un amigo del grupo que estaba enfermo.
Era un día en que, a pesar de
amanecer soleado en el agosto del hemisferio norte, todavía se gozaba del aire fresco de las nueve de la mañana. La
mesa estaba, por tanto, fuera de la casa, al aire libre. Desde ella se podía apreciar
la belleza del paisaje de montaña.
Los ocho nos pusimos a
almorzar, a compartir nuestras experiencias y aficiones. La idea era acompañar
al amigo enfermo. Su mujer estaba entre nosotros, y al terminar la convivencia,
cuando nos íbamos, no paraba de decirnos con la evidente preocupación por el marido, -preocupación que flotaba en el ambiente-, pero con mucha gratitud: “gracias por vuestra
visita”.
No hace falta explicar que
ahí había un amor como el del Maestro de Nazaret. Porque:
“…Desde
entonces,
donde
hay amor… ahí estás tú.
Desde
entonces,
donde no hay amor... ahí no estás tú.
donde no hay amor... ahí no estás tú.
¡Qué lástima fatigarse por
tantas cosas donde no hay amor del de Jesús, cuando todo se lo lleva el viento,
y no queda nada! ¡Felices, en cambio, si nos apuntamos al amor del Maestro!
Tu amigo,
Francesc
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