Una sonrisa
es capaz de destruir los muros más duros, las circunstancias más adversas. Y
abrir un camino suave, de comprensión y entendimiento.
Si sonríes y
te sonríen, has ganado una empresa mayor que construir un gran puente sobre un
río. Porque has logrado que se haga la paz entre unas personas, quienes,
probablemente, tienen razones justas y también errores. Pero la sonrisa pasa
página a todo eso e invita a compartir la armonía y la buena voluntad.
Tanta
es la fuerza de una sonrisa que los pequeños, siendo tan poca cosa, saben que
con la sonrisa lo pueden todo, y la utilizan para ganarse a quienes ven que les
pueden proteger.
Había un
caballero quien, sin mala voluntad, había introducido su coche en un patio de
colegio, creyendo que lo podía hacer, porque precisamente el colegio quedaba
enfrente de un jardín muy famoso, que quería visitar. Ese patio, pensaba, era
el aparcamiento libre del referido jardín.
Pero el colegio
no disponía de aparcamiento. Y siguiendo su horario, cerró el acceso al patio.
Fue la policía local quien llamó al responsable del colegio para que pudiera
abrirle al caballero a fin de retirar el coche.
Apenas pudo,
se acercó el responsable, quien abrió dicho patio colegial. El caballero sacó su
vehículo. Ya cuando se iba, ante la grata sorpresa del responsable, bajó la
ventanilla esbozando una grata sonrisa y diciendo a continuación: -Gracias. El
agradable gesto del caballero afectó también al responsable, quien sonriendo, le
deseó: ¡Buen viaje!
Tu amigo,
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