Por estas latitudes en que me encuentro es muy agradable escuchar la expresión que nos sirve de título a la presente reflexión: -“No pasa nada” No porque nos indique que no hay impedimentos ni problemas. Ni tampoco porque el ambiente esté tranquilo, o que el mismo se encuentra parado… ¡No!
Es lo que sucede cuando tú o yo hemos metido la pata, hemos actuado incoherentemente a nuestra manera normal de actuar: o no teniendo el cuidado que merece un compañero/a, o no siendo del todo sinceros/as con un amigo/a. O tal vez actuando negligentemente, no hemos cumpliendo con alguien de la familia…Pues entonces estos te suelen decir: -No pasa nada. Con lo que te envían toda la ternura del perdón, toda la dulzura de la comprensión.
Es algo así
como cuando has dejado a una persona a los pies de los caballos. Además, él o
ella te lo dice esto mismo con total sinceridad. Cuando te encuentras en tal
situación, no sabes cómo pedirle disculpas. Al final te sale la palabra
“perdón”. Y él o ella va y te dice: -Eso, siempre. Desde el primer momento ya
lo has tenido.
Perdón. Palabra
maravillosa. Pero que no sucede escucharla si no la pides. Y no la pides si
eres orgulloso, si no eres capaz de comprender que quien fue coherente como
debe hacer una persona fue Jesús de Nazaret. Nosotros fallamos. Aunque no es lo
mismo evidentemente, tener un proyecto, una determinación de obrar con
sinceridad, con justicia, con ternura que borrarse de antemano de esta esperanza
por mejorar el mundo, y empezar por uno mismo.
Tu amigo,
Francesc
Este segundo envío de la presente reflexión es para corregir un error bastante importante en la redacción del último párrafo. ¡Disculpad, lectores!
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