Cuando leemos
que la Jornada Mundial de los jóvenes será el año que viene 2019 en Panamá... tal
vez creamos que ya se están organizando jóvenes devotos para viajar allí. Y que algunos
de ellos, chicos y chicas pobres, empiezan ya a ahorrar para poder asistir a
esta extraordinaria experiencia de Iglesia.
Pero no es
así como quiere celebrarla Francisco, que es quien la sueña. Porque el papa, aparte de envolver en este “lío” a todos los obispos de la Iglesia católica para
que estudien, descubran y, como finalidad, se acerquen más a los jóvenes...
Además, Francisco no quiere que la Jornada de la Juventud sea solo útil para los jóvenes ya inclinados a recibir los mensajes del humanismo cristiano. Sino que, principalmente, desea comunicar a todos los jóvenes del mundo, también, claro está, a quienes se reúnan en Panamá para la Jornada mundial de la Juventud: Que pueden
hablar, opinar, criticar a la institución eclesial. Y siempre que lo deseen, dirigirse a Francisco, proponiéndole cambios que los hagan ser atendidos en sus necesidades juveniles, encontrarse bien con la Iglesia y donde sean auténticos protagonistas…
Porque los
jóvenes no pueden por más arrastrar los problemas que los adultos les cargamos
a sus espaldas. No son un colectivo para que se les agobie con el consumismo, para
desviarlos a alegrías de corto alcance, incluso dañinas, como son las drogas,
o la diversión sin responsabilidad, las relaciones faltas de humanidad y
compromiso…
Dado que los
jóvenes no son ya chicos, niños. No son aun adultos, pero casi. Los jóvenes detentan esas energías,
esos sueños… con los que son capaces de renovar el mundo y también la Iglesia. Por eso la Iglesia católica
quiere tenerlos en cuenta.
Pues aunque
a veces pareciera que a una muchacha o a un muchacho no le interesa la
proximidad de un adulto que sea acompañante espiritual, con el fin de ayudarlo, escucharlo en sus planteamientos vitales... en el fondo están buscando, sin
identificarlo a veces, aquello que les oriente con suficiente claridad su vida.
El papa nos propone a los creyentes que no dejemos de anunciar a los jóvenes la noticia más importante, el anuncio
más fascinante que es la persona de Cristo, amigo, salvador y dador de la mayor
felicidad aquí en la Tierra y en el cielo. Aquello más precioso para la vida
que tiene la Iglesia para ofrecer: Jesucristo.
Tu amigo,
Francesc.
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