Va
acabando el curso, los graduados de
bachiller se preparan con la selectividad
para acceder a una carrera universitaria.
Pero también se contempla otra opción,
la de los estudiantes que acceden a
la Formación Profesional.
Cada vez más estudiantes, chicos y chicas, acuden en este tiempo a los institutos para matricularse y realizar un Ciclo Formativo (Formación Profesional). Que los estudiantes los puedan cursar con ilusión y aprovechamiento es el objetivo prioritario de de los mismos. Para ello se requiere que profesores bien preparados en sus respectivas ramas trabajen con ilusión día a día, que cultiven la cercanía a ellos y a ellas para atenderles en sus necesidades formativas y que sobre todo les formen como personas con valores como la responsabilidad, la convivencia, la creatividad, la solidaridad.
Que también estos maestros profesionales intenten mantener la ilusión que al principio de sus estudios y tealleres traen los estudiantes, con iniciativas creativas: visitas significativas a empresas y a exposiciones del ramo, la participación en concursos de su especialidad que les motiven, la colaboración en la mejora de “su” taller… entre otras.
Al terminar el segundo curso de estos estudios profesionales, se realizan las prácticas en las empresas; no es la actuación ni mucho menos que nos ofrece el modelo alemán, en que prácticamente durante los cursos de Formación Profesional se estudia y a la vez se está contratado y trabajando en una empresa, pero mientras llegue este modelo de irse insertando en el mundo laboral, es importante cuidar este primer contacto con el mundo real de la empresa.
Pienso que la sociedad ha de valorar aún más estos estudios profesionales. Hace unos años, en una graduación de 2º de Ciclos escuchaba al director pedagógico dirigirse a los graduados con estas palabras: –Os felicito, habéis escogido muy bien vuestros estudios. Los estudios profesionales os abren desde ahora al mundo laboral o si queréis, al mundo del estudio. Podéis empezar la inserción laboral, si lo deseáis, pero también seguir los estudios. Y concluía con su personal testimonio: -Yo vengo de la escuela profesional; empecé como vosotros.
Hace falta valorar delante de los hijos e hijas estos estudios de Formación Profesional, por un lado, y por otro, escuchar sus disposiciones y hasta sus preferencias, y respaldarlos, no solo por la felicidad de ellos, sino también por el bien del tejido empresarial, económico y social, que precisa de técnicos formados y personas responsables y contentas con su trabajo y su aportación a la sociedad.
Vuestro amigo
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