miércoles, 1 de marzo de 2017

EL ESPÍRITU DE LA LEY



Amiga, amigo: Confío en que entendamos que si una sociedad es una comunidad de ciudadanos (una nación), han de existir unas normas que regulen esa convivencia ciudadana. Pero que en una comunidad familiar, las normas están para amparar, defender la vida de sus miembros; y para estimar a aquellos que la forman. Por tanto, es necesario que haya un tratamiento donde el amor lo presida todo, y que por tanto, a veces esté por encima de las normas.

En una ocasión oí la experiencia de un educador. Trabajaba de catequista en un colegio de chicos con problemas mentales. Además de la catequesis, recibían sus clases para aprender otros conocimientos, todo esto adaptado a su capacidad. El día de su primera Comunión, una de las catequistas observó que un niño, cuando hacía la fila para a recibir la Comunión, estaba chupando un caramelo. Ella lo regañó muy seriamente, subiendo el tono de la voz. Pero el niño le contestó muy consciente: -Le he prometido a Jesús que en este momento comeríamos juntos, él y yo un caramelo. La educadora quedó desarmada; pidió perdón al niño y al público que llenaba la capilla.

Los pequeños, los mayores –me señala que incluya también en este segundo grupo una asistente de un asilo de ancianos- son los que más directamente llegan al corazón de las cosas. Sus razonamientos probablemento no siguan las normas, pero no tienen en absoluto falsedad; son tan trasparentes que Dios los entiende.

Perque siempre hay algo que está por encima de la mera ley; lo que se llama el espíritu de la ley. Jesús de Nazaret lo indicó y enseñó con mucha claridad. 

Los fariseos le atacaban por no cumplir la ley. Pero Jesús les aclaró que eran ellos quienes no la cmplían. En el caso de hacer una ofrenda por sus padres mayores en el Templo, cmplían sí la normativa, pero se olvidaban aquello más importante de la ley. Pues al presentarla decían: “Todo lo que ofrezco a Dios sea como ayuda a mis padres”. Pero con eso se desligaban de la obligación de ayudarlos. –Vosotros –les señalaba Jesús- no cumplís la ley; con esta estratagema, abandonáis a vuestros padres, a quienes estáis obligados a atender.

Creo que tú y yo, amiga, amigo entendemo que hay una ley superior a toda norma -el verdadero espíritu de la ley- que consiste en atender a toda persona como a un hermano, independentmente de la su situación. 

     Tu amigo,
     Francesc





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