jueves, 29 de junio de 2017

CAER EN LA TRAMPA DEL MIEDO




El mal nos acecha de formas muy diversas. Ya esa canción de lamento, que entonces cantaba un chaval en El Salvador: “¿Para qué sirve ser bueno? Se te ríen en la cara. Que me lleve la corriente...", lleva una carga catastrofista de la insidia con que nos envuelve el mal.

Para algunos, el mal es un escándalo para creer en un Dios que lo permite. Pero la Palabra de Dios ya nos muestra esta realidad desde las primeras páginas: “El hombre y la mujer (Adán y Eva, que nos representan a todos) somos pecadores”. "Y -continúa el relato- dijo Dios al hombre: -Con el sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado". Es decir, tenemos que construir nuestra vida trabajosamente, en medio de muchas penalidades; y aceptar la muerte. 

Porque los terroristas siembran el pánico en la sociedad. Entonces, las persones tratan de sobrevivir con grandes renuncias, de libertad, de patria, de paz... Quienes ponen en el poder destructor la seguridad de sus intereses, piensan que cantaran victoria y que nunca se les pedirán cuentas de sus tropelías. Pero Jeremías escribe ya la verdad de la última pesadilla de estas personas: “Acabarán avergonzadas de su fracaso, con rubor eterno que nunca se olvidará”.
A pesar de que parezca lo contrario, es más potente, sin embargo, el amor inteligente, para la construcción de la paz.

En esta propuesta, tú, amiga o amigo –y por supuesto quien esto escribe- estamos invitados a trabajar, convencidos de que tanto las acciones buenas como las malas –también las nuestras- no dejarán de ser juzgadas. Las buenas, para una gran recompensa. Las malas, no quedarán impunes. Porque estamos en manos de Dios, Señor de la vida, Padre de los vivientes. Y Él es justo, sabio. Pero, por encima de todo, es misericordioso. 
Por tanto, es de 'sabios' confiar en esta mirada providente de Dios, porque no caigamos en la trampa del miedo.

Tu amigo,
Francesc

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