miércoles, 16 de agosto de 2017

NO TENGAS MIEDO DE LA TERNURA




Acabo de leer esta mañana la sugerencia del Papa Francisco: “No tengáis miedo a la ternura ni a la bondad”. Un consejo que, de momento, choca de tan inesperado por personal e íntimo.

Pero, ¿es que no venimos a la Tierra para experimentar la felicidad para compartirla, para descubrirla? En esta vida, ¿y para prepararnos para la felicidad definitiva? Si esta es nuestra vocación, ¿no será imprescindible manifestar nuestra ternura ante la belleza, ante la inocencia, ante la bondad, ante la amistad, ante las heridas que te enseñen quienes sufren…?

La ternura es un lenguaje universal que entienden todos hasta los bebés. Como dice la ranchera: ‘Las piedras jamás, ¡qué van a saber de amores!’. Quienes son personas, lo “hablan” y lo entienden. Por eso es tan importante amar a los pequeños y demostrárselo con caricias desde el primer momento y acompañarlos así hasta su madurez,  y más allá. ¡Cuántos disgustos y desgracias se evitarían!

La ternura se expresa con la caricia, con la sonrisa, con los ojos, con los tiernos sonidos, con la bonita modulación de la palabra, con el beso y el abrazo.

No dejemos de hacerlo. No dejemos de besar, de regalar la sonrisa, de manifestar nuestro embeleso ante la belleza de una criatura, o nuestra ternura ante un ser humano necesitado, herido por el dolor.

La madre se fue dolorida, porque su hija no le había despedido con un beso esas horas que la dejaba en el campamento. -Bueno, comentó, es por el capricho adolescente, edad en que lo quieren todo; y no se les puede dar’. Pero, en todo momento, es posible, es medicinal y reconfortante expresar nuestro aprecio con la ternura de un beso.

Yo también te mando un beso, y me complace buscar las palabras más bonitas que sé, para comunicarme contigo.

Vuestro amigo,
Francesc
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario