domingo, 27 de enero de 2019

DON BOSCO QUE RÍE



En la ya cercana fiesta de Don Bosco, parece muy conveniente resaltar uno de los aspectos que hoy parece  necesitar gran parte de la sociedad actual, especialmente, de muchos jóvenes: la alegría. Don Bosco tiene muchos aspectos que le caracterizan, pero uno de los que más atraen es precisamente el que era una persona muy alegre.

De pequeño entretenía a los chicos vecinos, e incluso al personal adulto del entorno de su aldea, I Becchi, con historias interesantes, que les leía, e incluso las memorizaba y se las contaba de memoria. Otras veces hacía piruetas sobre la cuerda floja. Y en ocasiones hasta se atrevía a hacer magia. Con estas actuaciones pretendía suscitar la ilusión, la sorpresa y que pasaran un rato alegre sus espectadores.

 No le haría ninguna gracia a su hermano Antonio, cuando al decirle: -Deja el estudio; ¡a trabajar en el campo! Mira qué fuerte y robusto estoy yo, y nunca he estudiado. Juan le contestó: -Nuestro burro está también muy fuerte y robusto y tampoco ha estudiado nunca. Ni que decir tiene que Juanito tuvo que correr a toda velocidad para poderse librar de la furia del hermano que le intentaba dar una buena lección. Y es que Juan, cuando menos te lo esperabas, sacaba su carácter de buen humor.

De joven, tenemos también otras agradables anécdotas: Desafía a un saltimbanqui, y le gana en saltos y carreras con su preparación física y su picardía. Pues, en una prueba, el saltimbanqui le reta a que ponga tan alto como él los pies en la copa de un árbol. Era ya imposible colocarlos más altos, so peligro de caer al vacío. Pero Juan, pícaramente, sujeta las manos a la última rama más alta, hace el pino, y sus pies asoman por encima del árbol. Con estas y otras piruetas cumplía su objetivo de alegrar a toda la muchachada estudiantil de Chieri.

No es extraño, pues, que precisamente en esta ciudad, ideara y formara un grupo que llamó, con acierto: Sociedad de la Alegría. Podemos adivinar a qué se dedicaban todos estos amigos de esta sociedad. Pero, no nos equivoquemos del todo. Había juegos, diversión y alegría, pero también normas. Una de ellas consistía en que no se jugaba si no se habían realizado anteriormente los deberes escolares. La otra, más valiente, era que todo socio de este grupo debía evitar cualquier acción que desdijera de un buen cristiano. Aquí vemos una clara relación que había intuido el joven Juan Bosco entre ser cristiano entregado y ser alegre.

Cuando se ordenó sacerdote, continuó siendo eminentemente una persona alegre. Aunque la alegría de Don Bosco ya sacerdote es una alegría profundamente enraizada en su ser cristiano, pastor de Jesús. Por eso, cuando se tituló hace años un libro sobre el santo educador "Don Bosco que ríe", sin duda, este enfoque de su alegría debe considerarse realmente mucho más profundo de lo que se puede haber entendido a primera vista.

Vuestro amigo,
Francesc.

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