En el
colegio, que se guarda en el corazón, había chicos internos y externos de la
ciudad y de la provincia. Junto con ellos convivían con toda normalidad, chicos
que, por falta de adecuada atención en su entorno… enviaba la Administración.
Varios de ellos, cuando llegaba el viernes, te decían casi llorando al ver que a
otros de sus compañeros los habían venido a buscar para pasar en familia el fin
de semana: -A mí no me han venido a buscar.
Luego veían en
la TV algún programa que, aunque era algo tarde, les gustaba seguir; tenían
cine el domingo en el mismo colegio. Y los sábados, se intentaba que se distrajeran
con algún paseo por la ciudad.
Echar fuera
de las personas sufrimientos y demonios son los trabajos de Jesús. Era su forma
de demostrarles que los quería, y así acercarles al amor del Padre Dios.
Nosotros no
podemos hacer esas curaciones como las que hacía Jesús. Pero, en el caso de estos
chicos nombrados, sí mostrarles que les queremos: jugar con ellos, escucharlos y reír…
eso sí que más tarde podría como consecuencia producir un milagro. Como cuando ves
que a alguno de los chicos -que han sido lo que hoy llaman “tutelados”- los
vemos orientados y formando una familia en la que sí se intenta que los hijos de
esta vivan siendo amados, donde en ella reine la alegría y la unión.
Tu amigo,
Francesc Soler
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