viernes, 17 de agosto de 2018

PAN Y ESPECTÁCULOS



Resultado de imagen de imagen del coliseo romano


Pan y espectáculos nutren hasta donde llegan; la vida humana aspira a algo más definitivo, y esa aspiración no deja de exigir en cada ser humano la respuesta a ella. Para el cristiano, esta respuesta se concreta en aceptar las propuestas de Jesús de Nazaret contenidas en las Bienaventuranzas: tuve hambre, y me diste de comer; estuve enfermo y me visitaste; fui forastero, y me acogiste…

Mantener la vida sobre estas dos columnas -pan y espectáculos- era la solución para los gobernadores romanos. Con el fin de tener a los pueblos contentos. Mientras ellos accedían a la gloria imperial: dominio cada vez más amplio del imperio, fuerza de las legiones romanas, y del Senado, fuerza y reconocida claridad de las leyes, excelente ingeniería para puentes, acueductos, calzadas que vertebraran la conexión imperial; monumentos, como anfiteatros, palacios, templos, estadios…

Hay alguien que se atreve a escribir que esta gloria de Roma fue destruida por la presencia viva de las comunidades cristianas.

Pero no fue exactamente así, porque es muy fácil reconocer lo que nos dice la historia e incluso nuestra experiencia; que todo imperio tiene un final. Y precisamente, los cristianos, ciudadanos de Roma, no se conformaban con pan y espectáculos. Aspiraban a algo más sólido que les diera la esperanza de una vida nueva, y siguieron adelante. Pues se fundamentaban en esa esperanza en JESUCRISTO, crucificado por los hombres, pero investido de vida nueva por DIOS.

Vuestro amigo,
Francesc

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