Difícil debe
de ser esta actitud que nos invita a practicar el perdón, cuando el Maestro de
Nazaret empieza así su proposición a aceptar practicarla: “A vosotros que
escucháis yo os digo”. “Que escucháis”, no solo oís, sino que hacéis caso, que
respondéis con generosidad de corazón a lo que os digo.
Una cosa que
el Maestro tenía bien clara era que el mal o la violencia no se podrán superar
nunca si se va por el mismo camino en que estos se hacen presentes. Se debe
tomar otro camino; en este caso, el de la reconciliación y de la paz. Hay que
trabajar en encontrarlas. Y no olvidar que lo primero es apaciguar el propio
corazón.
La regla de
oro del perdón es la frase que se lee también en el evangelio, pero que es un consejo
que está aceptado por todo humano, aunque en muchísimas ocasiones se la tenga
apartada: “Trata a los demás como quieras que ellos te traten a ti”.
El perdón
así, se cuela en los apaños difíciles en que se ha esgrimido la violencia, y
pone su gota de paz. El perdón es, entonces, una solución de conflictos, de incomprensiones y de la violencia, de lo más potente.
Podemos llamar
a esta actitud de perdonar sin medida: “el mayor regalo”; el regalo de uno
mismo, que ilumina, cura del mal y llena la vida de humanismo y fraternidad.
Tu amigo,
Francesc
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